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La tortuga de Zenón

Ortega: Pgs 291-3: Circunstancias históricas y culturales

CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS

EL SIGLO XIX

En la España de finales del siglo XIX, además de la corriente tradicionalista, representada por la nobleza y el clero, empieza a cobrar importancia la burguesía, que está dividida por sus opciones políticas, conservadoras o progresistas, pero que mayoritariamente opta por un Estado que no entre en el juego de la libre economía. Mientras tanto el proletariado obrero, de manera diversa el urbano y el rural, comienza a organizarse en torno a ideas anarquistas o socialistas, produciéndose las primeras reivindicaciones obreras.
La alternancia breve en el poder de las ideas liberales y conservadoras es reflejo de la tensión política que se vive en un país en el que las clases conservadoras pretenden defender su status y sus privilegios y son, por tanto, reacias a las pretensiones liberales, inspiradas en las doctrinas político-sociales europeas. La inestabilidad política ralentizó el desarrollo económico y social, que sólo era significativo en el País Vasco y Cataluña.
En 1895 se inició la segunda guerra de la independencia cubana, punto de partida del ocaso del colonialismo español, que se consumaría en 1898 en el tratado de París, por el que España perdía todas las colonias de América y las islas Filipinas.

EL SIGLO XX

Al comenzar el siglo, España tiene unos 15 millones de habitantes, con una gran mayoría de población rural. Entre 1882 y 1914 abandonaron la Península un millón de personas con destino a los países americanos. Además se produce una oleada migratoria del campo a la ciudad. En el campo se sufre un desigual reparto de la tierra y no se utilizan técnicas adecuadas para mejorar la producción.
Tres eran las inquietudes fundamentales del país a principios del siglo xx: la cuestión de los nacionalismos, herencia del siglo XIX; la guerra de Marruecos, que responde a un deseo de contrarrestar las pérdidas coloniales, y el problema social, que afectaba fundamentalmente a los campesinos y al proletariado de las grandes ciudades.
Rey de España desde 1902, Alfonso XIII intervino en la vida política, movido por el afán regeneracionista que caracterizó a la España de inicios del siglo en un intento de consolidar el país después de las catástrofes del 98. Hasta 32 gobiernos se sucedieron en ese intento de regeneración. Con Alfonso XIII en el poder el año 1923, el general Miguel Primo de Rivera dirige un golpe de Estado: se proponía solucionar a través del partido la Unión Patriótica, imitando al fascismo italiano, los tres grandes problemas antes mencionados.
Con la caída de la dictadura del general Primo de Rivera y en un clima de un poco más de libertad, los partidos y sindicatos se reorganizaron, aumentaron las huelgas, y los republicanos reclamaron el fin de la monarquía.
Proclamada la República, de la nueva Constitución se seguían reformas que afectaban al campo, a la educación, a la política autonómica, a la legislación laboral y a la defensa, etc. El carácter progresista de algunas reformas provocó la reacción del ejército y de la derecha conservadora que sólo pretendió frenar las reformas y reprimir las aspiraciones del nacionalismo vasco y catalán. La opinión pública se iba radicalizando peligrosamente en dos polos.
Cuando gana las elecciones el Frente Popular, agrupación de todas las fuerzas de izquierda incluido el Partido Comunista, los partidos políticos opuestos ya pensaban en la posibilidad de una acción violenta contra el gobierno. A su vez, los militares tanteaban la posibilidad de un levantamiento, convencidos de que después del Frente Popular llegaría - el comunismo. El asesinato de Calvo Sotelo se considera el detonante del alzamiento del 18 de julio de 1936, que llevó al enfrentamiento fratricida de los bloques ideológico-sociales que habían configurado España desde el siglo XIX.
Tras la. Guerra Civil española (1936-1939) hasta 1975 se extendió la dictadura del general Franco.

CRONOLOGÍA

1873 Primera República española.
1876 Institución Libre de Enseñanza.
1898 Fin del imperio colonial español.
1906 Ramón y Cajal, premio Nobel de medicina y fisiología.
1909 Semana Trágica de Barcelona.
1918 Fin de la Primera Guerra Mundial.
1923 Dictadura de Primo de Rivera.

1929 Crisis económica mundial.
1931 Se proclama la Segunda República española. 1936 Comienza la Guerra Civil.
1936-1975 Dictadura del general Franco. 1939-1945 Segunda Guerra Mundial.

CIRCUNSTANCIAS CULTURALES

La situación cultural española vive también la tensión entre el inmovilismo adoptado por los sectores conservadores y tradicionalistas de la sociedad, y la apertura a las corrientes europeas impulsada por las formaciones políticas partidarias de las nuevas ideas liberales.

Cultura neoescolástica _

El Estado español había sido proclamado confesionalmente católico por la Constitución de 1812 y por el Concordato Iglesia-Estado de 1851. En las universidades se explicaba al modo neoescolástico la filosofía aristotélico-tomista, respetando la doctrina oficial católica, que en el Concilio Vaticano I (1869) refuerza el papel del pontífice.
Antes, la encíclica Quanta cura (1864) había condenado el indiferentismo, según el cual cualquier religión es buena para alcanzar la salvación, así como la idea de una soberanía popular y el comunismo. A continuación de la encíclica aparecía un documento, el Syllabus, en el que se juzgaban como errores de la cultura moderna y se condenaban el liberalismo, el comunismo, el racionalismo, el panteísmo, el socialismo, la moral autónoma, la libertad de imprenta, etc.

El krausismo

En 1843 el ministro de Gobernación envía a Julián Sanz del Río (1814-1869) a Alemania para completar su formación filosófica, con el fin de que posteriormente se hiciera cargo de la cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad Central. En Alemania entró en contacto con la filosofía de Karl Christian Friedrich Krause.
El krausismo, inspirado en Krause, pero con el tamiz de su introductor en España, Sanz del Río, fue no tanto una corriente filosófica sistemática propiamente dicha como un movimiento de renovación y reforma que buscaba, a través de la razón y de la vinculación entre ética y práctica, una fundamentación filosófica para la construcción de una España distinta.
La pretensión de Sanz del Río aglutinó a un grupo de discípulos, algunos de los cuales, defensores de la libertad de cátedra y destituidos de la universidad durante el reinado de Alfonso XlI, fundaron en octubre de 1876 la Institución Libre de Enseñanza.

La Institución Libre de Enseñanza. Giner de los Ríos

Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) fue el primer presidente de la Institución Libre de Enseñanza, en la que se proponía una formación para las élites intelectuales lejos de la educación que se impartía en España, es decir, sin dogmatismos, en libertad y comprometida con la transformación social del país.
La educación será para Giner el único camino para reformar desde la raíz la sociedad española. Pero una educación alejada del modelo de instrucción pública vigente en ese momento. En los estatutos se declaraba la Institución ajena a todo interés religioso, ideología o partido político, proclamando la libertad de cátedra, la inviolabilidad de la ciencia y el respeto a la conciencia individual. Es una renovación pedagógica orientada al desarrollo integral de la personalidad. La Institución, inspirada en Giner, busca que el alumno sea libre, autónomo, crítico, racional, y que en lo político se sienta ciudadano y no siervo, pues el hombre tiene derecho a exigir al Estado todo lo que necesita para cumplir su fin racional.
De la élite formada en el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza destacan algunos nombres que efectivamente se convirtieron en punto de referencia en el panorama político y cultural. De diversas promociones de la Institución salieron figuras de la talla de Joaquín Costa, Leopoldo Alas (Clarín), Manuel y Antonio Machado, Azorín, Manuel Azaña, Juan Ramón Jiménez, Ramón Pérez de Ayala, José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Eugenio d'Ors, América Castro y Salvador de Madariaga.
_.' La Institución inspiró el programa educativo de la II República y, afines a sus principios, surgieron la Escuela Superior de Magisterio, las Misiones Pedagógicas y la Residencia de Estudiantes, por la que pasaron, entre otros, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Severo Ochoa y Francisco Grande Covián.

Pensamiento, literatura y periodismo

Entre la literatura y la filosofía
«La más honda filosofía del siglo XIX hay que buscarla en novelas. Todo y sobre todo la filosofía es, en rigor, novela o leyenda». Esa frase de Unamuno explica también la literatura de la generación del 98: un arte cargado de preocupaciones ideológicas y sociales, que rechaza la mitificación del pasado español-es reciente la pérdida de las colonias- y busca desde perspectivas distintas el ser de España.
El pensamiento filosófico de Unamuno no se desarrolla exclusivamente en sus ensayos, sino también en los diferentes géneros literarios que cultivó y que sirvieron por sí mismos para hacer más explícita la problemática filosófica, la agonía permanente del hombre en su deseo de inmortalidad, de sentido, de verdad.
Las novelas de Unamuno suceden a la publicación de sus grandes ensayos. En el género novelístico Unamuno fue un innovador con respecto a la literatura realista, escribiendo un nuevo tipo de novelas, «nivolas», en las que el diálogo adquiere una mayor importancia, para que los personajes se construyan a sí mismos en función de lo que hacen, hablan o callan, resultando así más abiertas y espontáneas. El argumento, la estructura previa, pierde importancia generando una redacción en la que todo es nudo, sin introducciones ni desenlaces.
Puesto que Unamuno concebía la existencia como un drama, no es de extrañar que el teatro representase para él un universo simbólico perfecto en el que escenificar la vida como conflicto, sin concesiones al gran público, sin decorados, sin vestuarios, para convocar exclusivamente la atención en el protagonista y sus problemas. El tratamiento dramático de la temática existencial hace de Unamuno un precursor del existencialismo.
«La filosofía se acuesta más a la poesía que a la ciencia». En el género poético Unamuno desnuda la expresión hasta acercarse al fondo más irracional de las cosas y contagia en la densidad del verso, como los místicos del siglo XVI, la experiencia personal de sinsentido y deseo.

EI novecentismo.

Ortega, ensayista y periodista
Actuando como puente entre el 98 Y las vanguardias, en 1910 surge un grupo de escritores, a los que suele englobarse bajo la denominación de novecentismo, que pretenden una renovación intelectual, pero con una mirada distinta hacia Europa. Utilizan el ensayo para divulgar su pensamiento y provienen de campos distintos, como José Ortega y Gasset, Eugenio d'Ors y Gregorio Marañón, entre otros.
La primera impresión que causa la lectura de la obra de Ortega es el predominio de la belleza literaria con que el autor expresa sus ideas sobre el estilo conceptual filosófico. La calidad literaria de Ortega puede ocultar al Ortega filósofo.
La claridad es la cortesía del filósofo. Pero esa claridad es posible por el dominio que Ortega tenía de la lengua castellana y del lenguaje vulgar. «Recibimos mayores esclarecimientos del lenguaje vulgar que del pensamiento científico». El lenguaje vulgar es el sustrato original en el que surgen las palabras, llevando consigo una visión del mundo. De ahí el gusto de Ortega por las etimologías, que se convierten para él en un método de análisis filosófico. Es, por otra parte, un creador de lenguaje en la medida en que con sus aportaciones añade a las intuiciones que se esconden debajo de las palabras matices que lo complementan.
La obra de Ortega es circunstancial en cuanto que su pretensión permanente fue que la filosofía echase raíces en España, «ilustrando» la problemática colectiva social e histórica. «Este ensayo de aprendizaje intelectual había que hacerlo allí donde estaba el español: en la charla amistosa, en el periódico, en la conferencia». Los medios de comunicación se convierten en creadores de opinión. Ortega se aprovecha de esa circunstancia. Su pensamiento habrá que rastrearlo no sólo en sus libros publicados y en sus cursos universitarios, sino también en conferencias y artículos periodísticos.

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