La alienación
D. LA ALIENACIÓN: FORMAS DE ALIENACIÓN.
El concepto de alienación fue utilizado por L. Feuerbach para hacer referencia al hecho de que los hombres consideren a Dios como un ser ajeno a ellos mismos al que hay que adorar y respetar y ante el que hay que arrodillarse y no como una creación suya, una imagen de la propia esencia humana pero situada en un plano divino y sobrenatural. La religión, por tanto, es la esfera en la cual, según Feuerbach, transcurre este fenómeno de la alienación.
El concepto de Alienación que tiene Marx es mucho más completo. Para Marx, la alienación se da en todas aquellas actividades humanas en las cuales lo hecho por el hombre, lo producido por el hombre aparece como algo extraño y ajeno que lo domina. El fenómeno de la alienación se da en cuatro esferas: la esfera económica, la esfera social, la esfera política, y, por supuesto, la esfera religiosa. De todas estas cuatro formas de alienación, la primera, la alienación económica, es la fundamental; de hecho, es la alienación económica la que origina y promueve las otras formas de alienación.
La alienación económica es ante todo alienación en el trabajo. Para Marx, como ya hemos dicho, el hombre es un ser activo-práctico que a través de su trabajo va transformando la Naturaleza para conseguir de ella aquello que le permita satisfacer sus necesidades materiales. La actividad del trabajo forma, por tanto, parte de la esencia humana (el hombre es, antes que nada, un ser trabajador -?-). Ahora bien, en el proceso de producción, el hombre se siente extraño ante su propia actividad -y por eso no se siente a gusto trabajando- pues el producto de su trabajo no pasa a sus manos sino a las manos de otro. En efecto, sobre todo en el modo de producción capitalista, aunque también está presente en los anteriores modos de producción, el trabajador solamente se apropia del producto de su actividad en una mínima parte y en forma de salario; el resto del producto del trabajo -la mayor parte- genera unas ganancias o plusvalía que cae en manos del propietario de los medios del trabajo. Dicho de otra manera, hay alienación en el trabajo porque una mínima parte del producto del trabajo cae en manos de quien posee sólo la fuerza de trabajo, mientras que la mayor parte del producto cae en manos de quienes poseen los medios de producción.
En definitiva, el hombre se siente a disgusto trabajando y considera el trabajo como una actividad extraña y ajena a él porque hay una mal reparto del producto del trabajo. La alienación social consiste en el hecho de que el hombre ve la esencia humana, la humanidad, el ser hombre como algo ajeno al hombre mismo. Antes que hombre, un individuo cualquiera se ve como miembro de una determinada clase social; así, antes que hombre el trabajador de una fábrica se ve como proletario; lo mismo le ocurre al burgués. Además, el verse como perteneciente a una determinada clase social que está en antagonismo con la otra clase social hace que el hombre vea al otro hombre como un enemigo y no como un miembro de la raza humana.
La alienación política consiste en el hecho de que los hombres, sobre todo los trabajadores- ven las instituciones estatales y políticas (partidos políticos, parlamentos, etc.)como una realidad ajena y extraña que representa los intereses de quien ejerce la dominación en el terreno económico: la clase social dominante. Políticamente domina quien domina económicamente: la clase social dominante.
La alienación religiosa es similar a la alienación de la que habla Feuerbach: los hombres hemos creado a los dioses, a todo lo que representa el mundo de la religión. La diferencia entre Feuerbach y Marx es que éste último busca las causas concretas que hacen
posible esta creación. Según Marx, la miseria económica que padecen los miembros de la
clase social dominada y oprimida hace que se engañen a sí mismos e inventen un mundo
imaginario o sueño dorado que es el mundo que nos ofrece la religión. Como dice Marx, el
hombre oprimido económicamente suspira por una ilusoria felicidad celeste que adormezca
sus desgracias y pesares presentes. En este sentido, la religión es el opio del pueblo ya
que es como una droga que sirve de consuelo a aquellas personas que sufren la miseria
económica.
Redactado por José Gago IES Salustiano del Campo enlaza aqui
El concepto de alienación fue utilizado por L. Feuerbach para hacer referencia al hecho de que los hombres consideren a Dios como un ser ajeno a ellos mismos al que hay que adorar y respetar y ante el que hay que arrodillarse y no como una creación suya, una imagen de la propia esencia humana pero situada en un plano divino y sobrenatural. La religión, por tanto, es la esfera en la cual, según Feuerbach, transcurre este fenómeno de la alienación.
El concepto de Alienación que tiene Marx es mucho más completo. Para Marx, la alienación se da en todas aquellas actividades humanas en las cuales lo hecho por el hombre, lo producido por el hombre aparece como algo extraño y ajeno que lo domina. El fenómeno de la alienación se da en cuatro esferas: la esfera económica, la esfera social, la esfera política, y, por supuesto, la esfera religiosa. De todas estas cuatro formas de alienación, la primera, la alienación económica, es la fundamental; de hecho, es la alienación económica la que origina y promueve las otras formas de alienación.
La alienación económica es ante todo alienación en el trabajo. Para Marx, como ya hemos dicho, el hombre es un ser activo-práctico que a través de su trabajo va transformando la Naturaleza para conseguir de ella aquello que le permita satisfacer sus necesidades materiales. La actividad del trabajo forma, por tanto, parte de la esencia humana (el hombre es, antes que nada, un ser trabajador -?-). Ahora bien, en el proceso de producción, el hombre se siente extraño ante su propia actividad -y por eso no se siente a gusto trabajando- pues el producto de su trabajo no pasa a sus manos sino a las manos de otro. En efecto, sobre todo en el modo de producción capitalista, aunque también está presente en los anteriores modos de producción, el trabajador solamente se apropia del producto de su actividad en una mínima parte y en forma de salario; el resto del producto del trabajo -la mayor parte- genera unas ganancias o plusvalía que cae en manos del propietario de los medios del trabajo. Dicho de otra manera, hay alienación en el trabajo porque una mínima parte del producto del trabajo cae en manos de quien posee sólo la fuerza de trabajo, mientras que la mayor parte del producto cae en manos de quienes poseen los medios de producción.
En definitiva, el hombre se siente a disgusto trabajando y considera el trabajo como una actividad extraña y ajena a él porque hay una mal reparto del producto del trabajo. La alienación social consiste en el hecho de que el hombre ve la esencia humana, la humanidad, el ser hombre como algo ajeno al hombre mismo. Antes que hombre, un individuo cualquiera se ve como miembro de una determinada clase social; así, antes que hombre el trabajador de una fábrica se ve como proletario; lo mismo le ocurre al burgués. Además, el verse como perteneciente a una determinada clase social que está en antagonismo con la otra clase social hace que el hombre vea al otro hombre como un enemigo y no como un miembro de la raza humana.
La alienación política consiste en el hecho de que los hombres, sobre todo los trabajadores- ven las instituciones estatales y políticas (partidos políticos, parlamentos, etc.)como una realidad ajena y extraña que representa los intereses de quien ejerce la dominación en el terreno económico: la clase social dominante. Políticamente domina quien domina económicamente: la clase social dominante.
La alienación religiosa es similar a la alienación de la que habla Feuerbach: los hombres hemos creado a los dioses, a todo lo que representa el mundo de la religión. La diferencia entre Feuerbach y Marx es que éste último busca las causas concretas que hacen
posible esta creación. Según Marx, la miseria económica que padecen los miembros de la
clase social dominada y oprimida hace que se engañen a sí mismos e inventen un mundo
imaginario o sueño dorado que es el mundo que nos ofrece la religión. Como dice Marx, el
hombre oprimido económicamente suspira por una ilusoria felicidad celeste que adormezca
sus desgracias y pesares presentes. En este sentido, la religión es el opio del pueblo ya
que es como una droga que sirve de consuelo a aquellas personas que sufren la miseria
económica.
Redactado por José Gago IES Salustiano del Campo enlaza aqui
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