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La tortuga de Zenón

Contexto histórico-filosófico de la República

El siguiente texto puede servir como ejemplo de lo que debiera ser un ejercicio de contextualización. Los subrayados son míos y resaltan los puntos importantes que ya vimos en clase. Hay en este texto además dos aportaciones importantes sobre lo ya visto. La primera, un relato de los diversos antecedentes o intentos coetáneos de formulación de Utopías políticas. La segunda los intentos de diseñar una sociedad perfecta que siguieron a la República platónica (Las Utopías de Agustín, Moro, etc…).

"El texto comentado pertenece a una de las obras fundamentales de su autor. Ya hicimos ver en su momento que desde la redacción del libro I hasta la conclusión del libro X debieron transcurrir al menos alrededor de 15 años. El motivo que llevó a elaborarlo debió ser, en principio, la muerte de Sócrates. No debemos olvidar que entre este acontecimiento y el comienzo de redacción del libro I transcurrieron pocos años. La repercusión de aquel funesto e injusto acontecimiento sobre el espíritu del joven Platón será, en gran medida, la clave de mucho de cuanto habrá de acontecer en su vida y su pensamiento. Así lo refiere él mismo cuando, alrededor del año 353 (tendría alrededor de 74 años) escribe, en una carta dirigida a los amigos de Dión en Siracusa, lo siguiente: "Siendo yo joven, pasé por la misma experiencia que otros muchos; pensé dedicarme a la política tan pronto como llegara a ser dueño de mis actos" Carta VII), pero hubo de presenciar lamentables desórdenes (la revolución política que tuvo lugar en Atenas el año 404 que daría fin a la democracia y al advenimiento de la llamada Tiranía de los Treinta) que culminaron con la muerte de Sócrates (399), "el más justo de los hombres de su tiempo", "llegué a comprender -continúa diciendo poco más adelante- que todos los estados actuales están mal gobernados, pues su legislación es prácticamente incurable sin unir unos preparativos enérgicos a unas circunstancias felices. Entonces me sentí irremisiblemente movido a alabar a la verdadera filosofía y a proclamar que sólo con su luz se puede reconocer donde está la justicia en la vida pública y en la privada. Así, pues, no acabarán los males para los hombres hasta que no llegue la raza de los puros y auténticos filósofos al poder o hasta que los jefes de las ciudades, por una especial gracia de la divinidad, no se pongan verdaderamente a filosofar". Aquí encontramos el desencadenante de la dirección que habrá de tomar su actividad filosófica. Después de estos acontecimientos vendrían sus viajes a Egipto (aunque no hay absoluta seguridad de ello) y a Italia. La República la concibe Platón como un remedio (medicina) político para los males sociales del momento, allí casi en los mismos términos de lo expresado en la Carta VII leemos: "Mientras los filósofos no se enseñoreen de las ciudades o los que ahora se llaman reyes no practiquen la filosofía con suficiente autenticidad, de tal modo que vengan a ser lo mismo el poder político y la filosofía, y mientras no sean recusadas por la fuerza las muchas naturalezas que hoy marchan separadamente hacia uno de esos dos fines, no habrá reposo para los males de la ciudad, ni siquiera para los del linaje humano. Tampoco podrá pensarse en la posibilidad de ese régimen y que vea la luz del sol una ciudad como la descrita ". Platón padeció una temprana decepción que sería el móvil de su pensamiento ulterior. Tiempo antes la democracia había vivido años de esplendor bajo el gobierno de Pericles, pero se fue degradando hasta convertirse en demagogia. Platón dedicará en la República desengañados comentarios sobre el modelo democrático. La concepción de un modelo estatal justo se convertirá en el objeto fundamental no ya de esta obra sino de su pensamiento en general. En Platón, Filosofía y Política habrán de quedar estrechamente unidas.

Durante la época de Platón, y mucho antes, fueron muy frecuentes las discusiones sobre el mejor Estado; tenemos pasajes de Heródoto (libro 111), tragedias de Eurípides... Fáleas de Calcedonia (s.V-IV a. C.) propuso la repartición igual de los bienes, pues que la propiedad privada era la causante de todos los desórdenes e injusticias; Hipódamo de Mileto (s. Va. C.) ya propuso la división de los ciudadanos en tres clases: artesanos, labradores y guerreros (gobernantes), que podían disfrutar de propiedad controlada. Uno de los aspectos más llamativos del modelo platónico es la comunidad de bienes y mujeres para las clases rectoras (guerreros y gobernantes) de lo cual no había precedentes en Grecia (Heródoto menciona un pueblo bárbaro que lo practicaba). Sin lugar a dudas su contacto con comunidades pitagóricas en Italia debió influir notablemente en su concepción social, así como también el estado espartano.

El pensamiento político de Platón progresará en sus diálogos El Político (Politikós) y Leyes (Nomoi) hacia una visión posibilista. Desengañado por sus fracasos en Sicilia, se esforzará ahora en someter su programa a diferentes reformas. Consciente de la imperfección de la naturaleza humana, admite ahora la familia y la propiedad privada (aun con determinadas restricciones, que impidan el exceso de pobreza o de riqueza). La educación seguirá determinada por una concepción comunitaria. La religión se hace obligatoria, castigándose el ateísmo, de manera que el modelo social propuesto en las Leyes es, propiamente, una teocracia.
La repercusión que el pensamiento social platónico habrá de tener en la posteridad será enorme, sentando las bases de modelos utópicos posteriores, desde Plotino que pretendió fundar una ciudad en Campania siguiendo el modelo de la República, continuando en San Agustín (La Ciudad de Dios), Marsilio Ficino, Tomás Moro (Utopía), Tomasso Campanella (La Ciudad del Sol), Francis Bacon (Nueva Atlántida), hasta llegar a los modelos comunitarios del siglo XIX. A Platón se le ha señalado (Karl R. Popper, entre otros) como precursor del Estado totalitario moderno.
En lo que respecta a las cuestiones más estrictamente filosóficas que se plantean en la República, (y especialmente en el texto que nos preocupa), hemos de buscar las raíces más inmediatas (como hemos venido repitiendo) en el pensamiento de Sócrates, quien estuvo plenamente convencido de que era posible (y obligado) superar el relativismo de los Sofistas en el ámbito de los valores éticos, y de esta manera encontrar una respuesta adecuada a la pregunta por la naturaleza del Bien. La función fundamental de la Filosofía consistirá en definir la esencia de los valores. En un diálogo tardío como es Teeteto le hace Platón decir a Sócrates, que interroga al joven Teeteto: "¿Supones que se 'puede conocer el nombre de la cosa sin saber lo que la cosa es?", a lo que responde su interlocutor: "Por cierto que no". Y es que los valores (tal y como los entendió Sócrates) debían poseer existencia independiente de la razón humana que los concibe. Así se hace posible la coincidencia humana, tanto en el lenguaje como en la vida social.
Platón toma de Sócrates (y también del Pitagorismo) la firme convicción de que es posible conocer los principios últimos de lo real, ya que, en última instancia, conocer es despertar las verdades adormecidas que llevamos impresas en nuestra alma. Continúa la crítica al relativismo y al convencionalismo sofístico que aboca a un individualismo extremo que imposibilita tanto el conocimiento cuanto la comunicación. Platón estuvo convencido de la existencia autónoma, no ya de los valores, sino de las Ideas, modelos a partir de los cuales se constituye el mundo sensible. Es función de la inteligencia llegar a su comprensión para acomodar a ellas nuestra vida social y moral., Este desdoblamiento de lo real en dos ámbitos (ideal y sensible), se encontraba latente en las primeras soluciones de los físicos. De hecho, la explicación filosófica aboca a tal solución: un ámbito de lo perceptible y otro de los principios (arkhé) que sólo puede ser concebido mediante el logos. Esta tendencia mostrará toda su intensidad (hasta dejarnos atónitos) en Parménides de Elea.
"El método dialéctico, que se remonta desde el saber sensible hasta el inteligible desvela una continuidad entre ambos órdenes que supera el abismo parmenídeo (y nos hace dudar de hasta qué punto Platón concibió ambos órdenes como estancos). La Dialéctica platónica (aún cuando se encuentren atisbos de ella en Heráclito y Zenón de Elea) procede del desarrollo de la Mayeútica socrática. La Lógica aristotélica resulta, en gran medida, del intento por formalizarla. La suerte que habrá de tener la Dialéctica nos conduce al monismo de Plotino, a la mística islámica y cristiana, y ya más cerca de nosotros al pensamiento de Hegel.
Con el pensamiento platónico tenemos asentadas las bases de lo que será la reflexión posterior (bastante razón tuvo Whitehead, al considerar que el pensamiento posterior puede interpretarse como desarrollo del platonismo). A este respecto son reveladoras las siguientes palabras del pensador italiano Giorgio Colli cuando dice: "la época de los orígenes de la filosofía griega está mucho más próxima a nosotros. Platón llama 'filosofía', amor a la sabiduría, a su investigación, a su actividad educativa, ligada a una expresión escrita, a la forma literaria del diálogo. Y Platón contempla con veneración el pasado, un mundo en que habían existido de verdad los 'sabios'. Por otra parte, la filosofía posterior, nuestra filosofía, no es otra cosa que una continuación, un desarrollo de la forma literaria introducida por Platón; y, sin embargo, esta última surge como un fenómeno de decadencia, ya que el 'amor a la sabiduría' es inferior a la 'sabiduría'. Efectivamente, amor a la sabiduría no significaba, para Platón, aspiración a algo nunca alcanzado, sino tendencia a recuperar lo que ya se había realizado y vivido”. Historia de la Filosofía. Proyecto Sur. Antonio Robles y otros.

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