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La tortuga de Zenón

Filosofía Moderna

Karl Marx. Introducción

Karl Marx. Introducción Para preparar este autor os propongo esta colección de textos de Filópolis.. Podríais empezar leyendo el artículo titulado "Marx básico" para continuar después con los contenidos en el apartado "Superior".

«Cualquier día puede no salir el sol».

«Cualquier día puede no salir el sol». Esta afirmación se debe a David Hume, el pensador escocés de la Ilustración que se atrevió a plantear esta idea inverosímil en la sección IV de la Investigación sobre el conocimiento humano. Allí afirma: «No todo el mundo investiga de la misma manera las cuestiones de hecho, los segundos objetos de la razón humana; nuestra evidencia de su verdad, por muy grande que sea, no es de la misma naturaleza que la precedente. Siempre es posible lo contrario de toda cuestión de hecho, ya que nunca puede implicar una contradicción y porque la mente la concibe con la misma facilidad y claridad que si estuviera totalmente ajustada a la realidad. “Que el sol no saldrá mañana” no es una proposición menos inteligible ni implica más contradicciones que la afirmación de que si saldrá. En vano, por tanto, intentaríamos demostrar su falsedad. Si fuera demostrativamente falsa, implicaría una contradicción y nunca podría ser concebida de manera suficientemente clara por la mente.»
Pero vayamos por partes. Corno plantea Bertrand Russell a la hora de intentar encontrar una respuesta razonable a la pregunta: ¿por qué estamos convencidos de que mañana saldrá el sol?, es obvio que contestamos naturalmente: porque ha salido invariablemente todos los días desde que tenemos uso de razón. Tenemos la convicción de que saldrá en el futuro porque ha salido en el pasado. La única razón, por consiguiente, que nos hace creer que se perpetuará el movimiento de rotación de la Tierra que provoca este efecto es la costumbre.
Pero esta convicción es errónea, al menos empíricamente hablando, ya que un número cualquiera de casos en que se ha demostrado una ley física en el pasado no nos proporciona la evidencia necesaria que determina el cumplimiento futuro. No tenemos, pues, ningún fundamento empírico más allá de una creencia construida sobre el sentido común que nos indica una mera probabilidad, que el sol saldrá mañana. Tampoco podemos estar seguros de que el pan que comemos hoy no está envenenado o de que el coche, que de manera tan eficiente nos ha llevado al lugar de trabajo durante los últimos cinco años, no se convertirá mañana en un improvisado catafalco, y perdonad los ejemplos. No hay nada más castrante a la hora de hacer filosofía y a la hora de vivir, me atrevería a sugerir, que el sentido común, como su nombre indica.
«Debernos conceder escribe Bertrand Russell, por tanto, que el hecho de que dos cosas se encuentren frecuentemente juntas no indica por sí mismo demostrativamente que se encontrarán unidas en el futuro.» Eso si podemos esperar que cuanto más grande sea la frecuencia de su unión, más alta será la probabilidad de encontrarlas nuevamente enlazadas hasta llegar a constituir casi una certeza. Con todo, no podemos olvidar la fábula que cuenta este pensador inglés contemporáneo y ser tan memos como aquel pollo que espera como cada día la comida de la mano del amo basta que, sin avisar, éste le arma un hachazo para zampárselo, ya que considera que está suficientemente gordo.
Hume, cuando afirma que el sol podría no salir mañana, sólo quiere recordarnos que todos nuestros razonamientos sobre las causas y los efectos de la naturaleza provienen únicamente de la costumbre y que la creencia nace de esta convicción psicológica que nos hace esperar relaciones invariables entre los diferentes elementos que la forman. Es el reproche de un escéptico que hace tambalearse buena parte de los cimientos de la ciencia moderna al invalidar, como mínimo lógicamente, el principio de inducción, como también ha intentado plantear más recientemente Popper.
Y es que David Hume es uno de los principales pensadores de todos los tiempos, porque llevó a sus conclusiones lógicas la filosofía de los empiristas Locke y Berkeley, principalmente a la hora de asumir que todo el conocimiento ha de remitirse a la experiencia, como planteaban la totalidad de los empiristas. Su obra principal, Tratado de la naturaleza humana, que escribió cuando contaba sólo 23 años, se recuerda principalmente por el análisis de la causalidad que se desarrolla en la primera parte del libro En ella se recoge el legado de Bacon, Locke, Berkeley y Newton a la hora de criticar el nexo de unión causal invariable que pretendidamente une los diferentes elementos de la naturaleza. Pero esta idea no fue bien recibida por los intelectuales de la época y provocó que el libro se convirtiera en un gran fracaso editorial. De modo que el propio autor se planteó reformular los temas de esta obra, en una inusitada y ejemplar iniciativa para un filósofo, con el fin de llegar a los lectores. El fruto de una nueva redacción fueron dos ensayos: Investigación sobre el entendimiento humano e Investigación sobre los principios de la moral.
Hume intentará en estos libros encontrar la fuerza oculta que determina nuestros pensamientos a través de la unión de las ideas. Como Newton con el principio de gravitación
universal, había encontrado e impulso secreto que determinaba el movimiento de los astros. Esta búsqueda, sin embargo, muchas veces parece plantearse más en un contexto psicológico que en uno filosófico, sobre todo a la hora de intentar encontrar respuestas a preguntas como: ¿cómo funciona el entendimiento humano? ¿cuáles son los límites de la razón'?, o ¿cómo interviene la imaginación a la hora de formar ideas'?
Para Hume toda idea deriva de una impresión sensible. La imaginación combina las ideas simples de acuerdo con tres principios de asociación: la semejanza, la contigüidad y la relación causa-efecto, y es en este último donde concentrará toda su capacidad de análisis y de crítica. Hume admite únicamente dos tipos de objetos de la razón: cuestiones de hecho y relaciones de ideas Las primeras se caracterizan por ser la base de las ciencias naturales, por darnos verdades probadas o probables y por no estar regidas por el principio de no contradicción. Mientras que las segundas, que son la base de las ciencias formales, nos procuran verdades demostrativas y están regidas por el criterio de la no contradicción.
La relación de causa-efecto es, según Hume, el fundamento de toda inferencia empírica, es decir de toda afirmación que mantengamos en el ámbito de las cuestiones de hecho. Por tanto, la causalidad no es un principio de razón, es decir lógico, demostrativo; sólo es el producto de un hábito empírico, un criterio probable determinado por la experiencia, Y la experiencia no me dice nada sobre lo que sucederá mañana por mucho que yo la exprima. Después de comprobar una y otra vez que el sol sale cada mañana, que el fuego quema o que el pan no está envenenado, creo ciega e ilusoriamente que esto siempre ha de ser así. Sólo la costumbre puede justificar mi esperanza de que las cosas ocurrirán tal como yo las auguro, ya que la costumbre no establece conexiones necesarias. La experiencia marca las fronteras de la razón al limitar el flujo asociativo de mi imaginación y cuestionar los lazos invariables que ésta establece. Sólo sé que no sé nada.
Llegados a este punto os propongo dejar el relato oficial de las ideas de Hume y regresar a Russell uno de sus discípulos más aventajados. Según éste, «decir que A está necesariamente seguido de B equivale a decir únicamente que hay alguna regla general ejemplificada por un gran número de casos observados, y en ninguno de ellos falseada, según la cual los acontecimientos como A están seguidos por acontecimientos como B. No debemos admitir ninguna noción de "compulsión", como si la causa “obligara" al efecto a producirse».
Generalmente, cuando decidimos mover un brazo, continúa observando Russell, se mueve; en alguna ocasión, no obstante, se paraliza a causa de un accidente y permanece inmóvil. Generalmente, si saludamos a un viejo amigo, él nos devolverá el saludo, a no ser que alguien le haya prevenido contra nosotros. Generalmente, si prendemos fuego a la pólvora, explota, a no ser que este mojada. Generalmente, si esperamos hasta ver que el sol asoma la cabeza tras las montañas, lo veremos; a no ser que un objeto lo suficientemente voluminoso haya cambiado su trayectoria o que la acción desenfrenada del hombre en la tierra nos condene finalmente a las tinieblas.
Generalmente, si leemos filosofía, encontraremos una serie de contenidos mediocres; excepcionalmente, sin embargo, podemos gozar de un pensador que nos despierte de algún sueño dogmático, como le pasó a Kant con este autor. Hume es, por tanto, uno de estos pocos escogidos. No en vano, esto pensador no deja de plantear con su pensamiento que “no hay nada menos filosófico que ser positivo o dogmático”.
Manuel Güell y Josep Muñoz. “Sólo sé que no sé nada”. Ed.Ariel

Cuestiones:

1º) Define que son para Hume “cuestiones de hecho” y “relaciones de ideas”.
2º) ¿ De dónde procede la certeza que proporciona cada uno de estos conocimientos?
3º) ¿Qué es el principio de no-contradicción?
4º) ¿De las “cuestiones de hecho” podemos obtener una “evidencia necesaria” o una “creencia probable”? Razona tu respuesta.
5º) Aclara la afirmación de Russell de que “no debemos admitir ninguna noción de “compulsión” como si la causa “obligara” al efecto a producirse”.
6º) A la luz del texto, explica en que consiste el “problema lógico de la inducción”.

Bienvenido al mundo real...bienvenido a Matrix

Hay mucha gente que ha saludado esta película como una obra en la que se plantean algunos de los problemas más importantes de la filosofía occidental. En esta página los encontrareis detallados pica aquí

El empirismo

El empirismo V.EL EMPIRISMO.-

En l620 se publicó en Inglaterra un libro muy importante llamado Novum Organon. Su autor fue Sir Francis Bacon. En ese libro se nos decía que teníamos que aprovechar todas las posibilidades que nos brinda la naturaleza para mejorar la vida humana. Pero está claro que la naturaleza, por sí misma, nos ofrece pocas facilidades. La naturaleza parece ser, más bien, algo esquiva. Por eso se hace necesario transformarla para poder ponerla a nuestro servicio.

Pero parece sensato decir que debemos saber cómo son las cosas antes de meternos a modificarlas. Si no lo hacemos así corremos el riesgo de cometer graves errores y sólo conseguiríamos que todas esas modificaciones se volvieran contra nosotros. Por tanto, debemos recurrir a la ciencia antes de ponernos manos a la obra. Sin embargo, la ciencia de aquella época, que seguía los cánones aristotélicos, no era un instrumento adecuado para conocer la realidad. Se nos impone, por tanto, la conclusión de que es necesario desarrollar una ciencia distinta, que nos permita conocer con detalle los procesos naturales reales y saber qué debemos hacer para modificarlos.

El objetivo de Bacon en el Novum Organon es presentarnos un nuevo método para construir la ciencia. El camino emprendido por él consistía en buscar en la experiencia los fundamentos de la ciencia. Esto es, para llegar a conocer la naturaleza es indispensable experimentar. Había llegado a esta conclusión escarmentado por el desarrollo de la 'ciencia medieval' que se apoyaba exclusivamente en la razón y que a efectos prácticos había sido completamente inútil. Con esta posición radical, Bacon nos muestra una nueva corriente filosófica con poderosa influencia en todo el pensamiento posterior: la filosofía empirista.

La filosofía empirista es "la otra" gran corriente de la filosofía moderna. Y después de ver el racionalismo, ejemplificado en Descartes, para que nuestro conocimiento de la filosofía moderna no se quede cojo, se hace necesario ofrecer algunas de las ideas más importantes de dos grandes filósofos empiristas. John Locke y David Hume. Vamos a presentar un pequeño panorama que tocará tres temas importantes: la teoría del conocimiento, la metafísica y la ética. En estos tres campos los empiristas tienen una personalidad propia muy fuerte.

V.l. ALGUNOS FILOSOFOS EMPIRISTAS.

J. Locke había nacido a mediados del siglo XVII (1632) en Bristol. Pertenecía a una familia de inclinaciones liberales, y a esa corriente política se apuntó, teniendo una destacada actividad en la vida pública; tanta actividad que, por desavenencias políticas con su soberano, estuvo desterrado bastante tiempo viviendo en Francia, Holanda y Alemania, no regresando a Inglaterra hasta el año 1688. Allí desarrolló las ideas que habían gestado algunos de sus predecesores, principalmente F.Bacon, poniéndolas en contacto con algunas de las ideas defendidas por Descartes. Escribió sus principales obras después de su regreso a Inglaterra. Entre todas sus obras hay que destacar el Ensayo sobre el Entendimiento Humano donde se propuso presentar las posibilidades, alcance y límites del conocimiento humano con un ojo puesto en una de las principales ideas de Bacon: el dominio de la naturaleza. Otra obra es Dos tratados sobre el gobierno civil, donde expone sus teorías sobre política, y especial mención merece un opúsculo llamado Cartas sobre la Tolerancia, cuestión de la que tan necesitados nos encontramos todos en estos momentos. Murió a los 73 años en 1705.

D. Hume tuvo también una vida activa. Había nacido en Edimburgo (Escocia), entrado ya el siglo XVIII (1711). Su padre, escocés a fin de cuentas, quiso que se dedicara al comercio familiar, pero su afición a la filosofía le hizo abandonar ese proyecto, yéndose a vivir a Francia. Allí escribió una obra, Tratado de la Naturaleza Humana, de la que pensó que sería un revulsivo de la filosofía de su tiempo. En contra de lo que esperaba no le hicieron ni caso. Escribió entonces el Compendio de un Tratado de la Naturaleza Humana, una especie de resumen para hacerle un poco de propaganda, publicado de forma anónima, que tampoco sirvió de gran cosa. Tampoco se descorazonó por eso, y publicó otras dos obras Investigación sobre el Entendimiento Humano, y la Investigación sobre los principios de la Moral, que exponían bastantes de las ideas de aquella primera obra. Gracias a estos dos libros y a algunos artículos de carácter crítico sobre la metafísica y la religión tradicionales llegó a alcanzar bastante notoriedad, pero la fama no le vino muy bien. Te lo explico: había quedado vacante la cátedra de Metafísica y Neumática de la Universidad de Edimburgo, y él se creyó suficientemente preparado para ocuparla. Sin embargo, los rectores de la universidad, muy conservadores, consideraron peligroso para los alumnos que un "ilustrado" fuera profesor universitario, y le fue negada la plaza. Se dedicó a partir de entonces a la lectura y a publicar otras obras originales sobre filosofía e historia, hasta que le sobrevino la muerte el año 1776. Una obra publicada póstumamente fue Diálogos sobre la Religión Natural, de enorme influencia en la posteridad.

* * V.2. ORIGEN Y CONSTITUCION DE LA EXPERIENCIA.

Lo que caracteriza a la filosofía empirista es una tesis abiertamente opuesta a las ideas de los racionalistas Los empiristas decían que todo nuestro conocimiento se reduce a la experiencia. O sea, podemos conocer solamente aquello que podemos experimentar.1 Y ¿qué es la experiencia propiamente dicha?

Este es un tema importante. De un modo algo vago nos vienen a decir que la experiencia es lo que se vive. Las distintas experiencias que vivo y las vivencias que poseo son quienes me proporcionan las ideas, y son esas ideas lo único que yo conozco. Mi conocimiento es un conocimiento de ideas que proceden de la experiencia. O sea, que cuando yo conozco algo, lo que conozco son ideas; y esas ideas, en principio, sólo me las da la experiencia.

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(1) No me gustaría que sacaras una impresión equivocada de esta expresión. Para evitar malentendidos te aclaro que algunos empiristas llegaron a afirmar que conocemos "cosas" que no son directamente experimentables (por ejemplo: la mente, la sustancia o Dios). Pero siempre y cuando las bases de todo ese conocimiento se encuentren directa o indirectamente enraizadas en la experiencia. También hablan del conocimiento de relaciones entre ideas. Como es el caso de las matemáticas, que hablan de números. Pero, aun cuando los números no sean cosas que podamos encontrar directamente en la experiencia, la validez de su conocimiento se debe a que los números se obtienen por generalización y abstracción a partir de la experiencia y, tenemos que añadir, las afirmaciones de las matemáticas no son nada que se refieran a las cosas

Te voy a exponer estas tesis de un modo más pormenorizado. Locke piensa que las ideas, objeto de nuestro conocimiento, proceden todas de la experiencia. Esa experiencia es de dos tipos. Por una parte tenemos la experiencia externa (la sensación), y por otra, la experiencia interna (la reflexión). Las dos son fuente legítima de ideas. Con toda claridad lo dice Locke

¿De dónde se hace la mente con es prodigiosa cantidad (de ideas) que la imaginación limitada y activa del hombre ha grabado en ella, con una variedad casi infinita? ¿De donde extrae todo ese material de la razón y del conocimiento? A estas preguntas contesto con una sala palabra: de la experiencia; he aquí el fundamento de todo nuestro saber, y de donde en última instancia se deriva: 'las observaciones que hacemos sobre los objetos sensibles externos, o sobre las operaciones internas de nuestra mente las cuales percibimos y sobre las que reflexionamos nosotros mismos, son lo que proveen a nuestro entendimiento de todos los materiales del pensar". Estas son las dos fuentes de conocimiento de donde parten todas las ideas que tenemos o que podamos tener de manera natural.
J. Locke, Ensayo sobre el Entendimiento Humano, Cap.I,2

En este texto se nos quiere decir lo siguiente: La sensación, los sentidos, nos proporcionan las ideas de lo que llamamos "cualidades sensibles" (como los colores, el calor, lo blando, lo amargo, etc.) Por su parte, la reflexión nos proporciona, en principio, las ideas de nuestras propias "operaciones" mentales, de actividades como pensar, creer, dudar, conocer, querer, etc..

Ahora bien, las ideas que tenemos en nuestra mente pueden ser de dos clases: simples y complejas. Son ideas simples, por decirlo de un modo fácil, las que nos proporciona cada sentido aisladamente, y nos las proporciona aisladamente porque son captadas por los sentidos individualmente. Por ejemplo, las sensaciones de calor o de suavidad nos transmiten las ideas simples de calor o suavidad. Estas ideas simples, sin embargo, no son lo único que tenemos en la mente. La mente humana tiene la capacidad de mezclar estas ideas simples gracias a la reflexión, y esa actividad nos permite obtener ideas que no obtenemos inmediatamente de la experiencia y que, de alguna forma, son producto de nuestra mente. Por ejemplo, la idea que yo puedo tener de una naranja se debe a la capacidad de nuestra mente para unir varias ideas simples y formar la idea compleja de naranja. También puedo formar otras ideas complejas que no tienen correlato en la experiencia. Claros ejemplos de tales ideas complejas son la de sirena o centauro. Sin embargo, no debemos dar una excesiva importancia a esa creatividad. Esa creatividad no es ilimitada: tenemos que dejar bien claro que todos los elementos (ideas simples) que componen esas ideas complejas nos tienen que venir dados por la experiencia.

Las posiciones de Hume en este campo son más sencillas y radicales. Todas nuestras relaciones con la realidad nos vienen dadas a través de lo que él llama percepciones. Lee la definición que nos da Hume:

Llamo percepción a cualquier cosa que pueda presentarse a la mente, sea que empleemos nuestros sentidos, o que nos impulse la pasión, o que ejercitemos nuestro pensamiento y reflexión.
D. Hume, Compendio de un Tratado de la Naturaleza Humana

Es decir, todo lo que tengo en mi mente son percepciones. Ahora bien, no todas las percepciones son del mismo tipo. Hume distingue dos tipos de percepciones: impresiones e ideas. Las impresiones son lo que llega a nuestra mente en el momento en que estamos experimentando algo. Por ejemplo, cuando veo un incendio, tengo la impresión del incendio; cuando siento un dolor de estómago, tenga la impresión del dolor de estómago. Las ideas, por su parte, no son más que las huellas, los recuerdos que dejan en nosotros las impresiones. Cuando recuerdo el incendio, algún tiempo después de producirse, tengo la idea del incendio. Después de tomarme una medicina, cuando ya no me duele estómago tengo la idea del dolor de estómago. Lo que distingue a unas de otras es lo siguiente: las impresiones son más vivas, más coloristas, presentan más detalles; las ideas son más pálidas, más borrosas. Como complemento de cuanto digo, lee las siguientes palabras de Hume

La primera proposición que anticipa, es que todas nuestras ideas, o percepciones débiles, son derivadas de nuestras impresiones, o percepciones fuertes, y que nunca podemos pensar en cosa alguna que no hayamos visto fuera de nosotros, o sentido en nuestras propias mentes.

D. Hume, Compendio de un Tratado de la Naturaleza Humana

Estas posiciones de los empiristas van a ser determinantes en el desarrollo de toda su filosofía.

* * V.3 CRITICA AL INNATISMO Y AL CONCEPTO DE CAUSA.

Hasta el siglo XVIII se había admitido la idea de causa como algo plenamente claro e intuitivo. Por su parte, algunas tradiciones filosóficas (entre las que se encuentran los racionalistas modernos) aceptaban como algo totalmente necesario la existencia de ideas innatas. Sin embargo, tanto la idea de causa como las ideas innatas van a ser dos frentes de ataque constante para los filósofos empiristas. La revisión crítica de cada uno de estos conceptos va a influir profundamente en la filosofía posterior. Todos los empiristas se van a mostrar en desacuerdo con los filósofos que afirman la existencia de las ideas innatas. La crítica al concepto de causa, aguda donde las haya, será responsabilidad exclusiva de D. Hume.

V.3.l CRíTICA AL INNATISMO.

Después de lo que hemos leído en el apartado V.2. sobre el origen de las ideas, está claro que ninguno de los empiristas puede aceptar la existencia de las ideas innatas. Sin embargo, lo que no podemos ocultar es que, frente a los empiristas, estaban los racionalistas que afirmaban sin rodeos la existencia de las ideas innatas. En esta situación, no es de extrañar que surgiera la polémica. Los racionalistas defendían la existencia de las ideas innatas arguyendo que, en caso contrario, no podíamos tener conocimientos universales y absolutamente validos.

Ante estas afirmaciones de los racionalistas, ¿qué argumentos pueden presentar los empiristas?.

V.3.1.1. LA CRITICA DE LOCKE.-

Locke presenta dos argumentos. El primero de ellos dice que los niños y los débiles mentales carecen de ideas como las del principio de Identidad o del principio de No contradicción, y eso contradice claramente a existencia de las ideas innatas. Mira cómo lo dice:

... todos las niños no tienen la mas mínima aprehensión o pensamiento de aquellas proposiciones, y tal carencia basta para destruir aquel asenso universal, que por fuerza tiene que ser el concomitante necesario de toda verdad innata. (...). Si, por supuesto, los niños y los idiotas tienen alma, quiere decir que tienen mentes con dichas impresiones, y será inevitable que las perciban y que necesariamente conozcan y asientan a tales verdades; pero como esto no sucede, es evidente que no existen tales nociones

J.Locke, Ensayo sobre el Entendimiento Humano. Intr.5

El otro argumento no deja de ser curioso. Resulta por lo menos extraño, nos dice Locke, que yo tenga algo en mi mente sin saber que lo tengo, sin darme cuenta de que lo poseo. Entonces, se pregunta, si las ideas innatas están impresas en mi mente, ¿como es posible que yo no las haya detectado jamás? Si yo fuera como Locke te diría lo siguiente: Piensa en tu caso: ¿habías sabido algo sobre el principio de identidad o el principio de no contradicción antes de que te lo nombraran en clase de filosofía? Y después de haberlos aprendido (si es que los has aprendido, cosa que me permito dudar) ¿has llegado a conocerlos porque has mirado en tu interior, o porque lo has oído a través de tus oídos? Quizá las palabras de Locke te resulten más claras:

Además, me parece caso contradictorio decir que hay verdades impresas en el alma que ella no percibe y no entiende, ya que estar impresas significa que, precisamente, determinadas verdades son percibidas, porque imprimir algo en la mente sin que se le perciba me parece poco inteligible. (...) Porque, si no son nociones naturalmente impresas, entonces ¿cómo pueden ser innatas? Y si efectivamente son nociones impresas, ¿cómo pueden ser desconocidas? Decir que una noción está impresa en la mente, y afirmar al tiempo que la mente la ignora y que incluso no la advierte, es igual que reducir a la nada esa impresión.

J.Locke, Ibidem

V.3.l.2. LA CRITICA DE HUME.

Lo que hace Hume en este caso es algo muchísimo más simple. Se admira del enorme esfuerzo que tuvo que desplegar Locke para demostrar que no tenemos ideas innatas, cuando pare él resulta una conclusión absolutamente inmediata de la misma definición de idea, Tú mismo puedes verlo con facilidad si recuerdas lo que dijimos en el anterior apartado Allí afirmábamos que sólo teníamos dos clases de percepciones: las impresiones y las ideas; además afirmábamos que las ideas no eran más que impresiones debilitadas. Entonces, ¿por qué detenernos tanto en demostrar que no tenemos ideas innatas? Decir que tenemos ideas innatas es algo parecido a decir que tenemos ideas (que derivan de impresiones) que no son ideas (porque no provendrían de las impresiones). Y eso, hablando en plata, no es más que una enorme contradicción.

V.3.2. LA CRITICA A LA IDEA DE CAUSA.

La idea de causa, y el principio de causalidad, son dos de las herramientas más poderosas de las que ha dispuesto la filosofía. Nos han permitido acceder a dos campos que, de otra manera, nos habrían resultado totalmente desconocidos: la metafísica y la ciencia. ¿Cómo podemos llegar a la ciencia y a la metafísica a través de la idea de causa? Muy fácil: la idea que tenemos tradicionalmente de causa es que hay un nexo que une la causa con el efecto, es decir, nuestra idea de causa dice que la causa produce al efecto, que la causa es la autora del efecto. De esta manera, se establece una conexión necesaria entre la causa y el efecto. Pero, claro: si entre los dos hay una conexión necesaria entonces ni el uno ni el otro pueden aparecer aisladamente; y esto quiere decir que siempre que se dé la causa, necesariamente se producirá el efecto; y, a la vez, que siempre que veamos el efecto, es necesario que previamente se haya producido la causa. Y todo esto será verdad aunque sólo veamos la causa, o sólo veamos el efecto. Es decir, con este esquema podemos inferir los efectos a partir de las causas, y podemos inferir las causas a partir de los efectos.

Entonces, en el caso de la metafísica, si observamos los efectos, por ejemplo la existencia de movimiento o del mundo (que son efectos), podremos inferir que existe la causa de los mismos, que Aristóteles decía que era el Motor Inmóvil y Sto.Tomás identificaba con Dios. Pero afirmar que existen Dios o el Motor Inmóvil es entrar en el ámbito de la metafísica. Este paso podemos darlo solamente gracias a la idea de causa.

La ciencia, por su parte, sería imposible si elimináramos la idea de causa. Concebimos a la ciencia como un instrumento de explicación y predicción. La explicación no es otra cosa que mostrar por qué ha sucedido alguna cosa; por ejemplo, mostrar por qué se produce el SIDA. Pero preguntar por qué se produce el SIDA es preguntar cuál es la causa del SIDA. El SIDA es el efecto, y estaríamos preguntando por la causa. La predicción, por su parte, es algo así como el proceso inverso. Hago una predicción cuando anticipo qué es lo que sucederá cuando se den unas determinadas circunstancias; por ejemplo, ¿qué pasa cuando exprimo un limón sobre una piedra de mármol? (por si acaso, te recomiendo que no lo hagas) . Este proceso, como ves, consiste en decir cuáles serán los efectos de una determinada causa (en este caso, echar el zumo de limón sobre el mármol). Ahora bien, ¿te das cuenta de que las explicaciones y las predicciones sólo serán válidas si los procesos que explicamos y predecimos tienen que producirse necesariamente? Pues bien, esos procesos se producen necesariamente si entre la causa y el efecto hay una conexión necesaria. Y nosotros, a lo largo de nuestra historia, nos hemos dedicado con toda nuestra ilusión a explicar y predecir porque desde siempre hemos estado persuadidos de que las causas funcionan como te he descrito más arriba. Ahora bien ¿hemos estado haciendo algo correcto?

Hume piensa que no. Hume está convencido de que los filósofos tradicionales han estado haciendo algo ilegitimo. Porque Hume piensa que por mucho que analicemos las características que encontramos en la idea que tenemos de causa, entre ellas no está la característica de conexión necesaria. Veamos cómo procede.

La idea que tenemos de causa es, según Hume, algo confusa. Si hay discusiones se debe a que no tenemos muy claro qué queremos decir con la palabra "causa". Por tanto, antes de embarcarnos en la aventura de determinar qué podemos hacer gracias a la idea de causa, debemos determinar con total claridad cuál es el contenido de la idea de causa. Hume, entre otros descubrimientos, se había inventado un sistema que nos permite clarificar el contenido de las ideas: Ya sabemos que toda idea es la huella de una impresión; como es una huella, su contenido está algo confuso y desdibujado. Por tanto, para aclarar lo que debemos entender por una idea, tendremos que recurrir a alguna impresión de la que se pueda derivar la idea. Es decir, para este caso concreto de causa, tendremos que buscar alguna situación concreta en la que podamos vivir una impresión desde la que podamos obtener la idea de causa. El análisis de Hume se ha hecho famoso en la historia: él utiliza el movimiento de dos bolas sobre una mesa de billar:

He aquí una bola de billar quieta sobre la mesa, y otra bola que se mueve hacia ella con rapidez. Las dos chocan; y la bola que anteriormente estaba en reposo adquiere ahora un movimiento. Esta es una tan perfecta instancia de la relación de causa y efecto como cualquier otra que conozcamos, sea por sensación o por reflexión.
Examinémosla por tanto. Es evidente que las dos bolas entraron en contacto antes de que fuese comunicado el movimiento, y que no hubo intervalo alguno entre el choque y el movimiento. La contigüidad en tiempo y lugar es, por tanto, una circunstancia requerida para la operación de todas las causas. Es evidente similarmente que el movimiento que fue la causa es anterior al movimiento que fue el efecto. La prioridad en tiempo es, por lo tanto, otra circunstancia requerida en toda causa. Pero esto no es todo, probemos con otras bolas del mismo género en una situación similar, y siempre hallaremos que el impulso de la una produce movimiento en la otra. Hay aquí, por lo tanto, una tercera circunstancia, a saber, la de una conjunción constante entre la causa y el efecto. Todo objeto similar a la causa, produce siempre algún objeto similar al efecto. Más allá de estas tres circunstancias de contigüidad, prioridad, y conjunción constante, nada puedo descubrir en esta causa.

D. Hume, Compendio de un Tratado...

Es decir, en este análisis de la Idea de causa no podemos encontrar la nota más característica de la idea de causa: la característica de conexión necesaria entre la causa y el efecto. Pero, si no hay conexión necesaria, entonces no tengo ningún derecho a considerar absolutamente verdaderas ni las predicciones, ni as explicaciones. Tampoco puedo afirmar la existencia de las causas que no pueda llegar a conocer mediante los sentidos, fuera del mundo de la experiencia. Pero según estas dos últimas afirmaciones, no son posibles ni la ciencia ni la metafísica: pero esto equivale a decir que no podemos conocer nada. Estas conclusiones hicieron que Hume desembocara irremediablemente en el escepticismo.

* *V.4. EL EMOTIVISMO MORAL.

En este apartado Le voy a hablar de la ética de Hume. Como te dije en su momento, en el caso de la teoría del conocimiento y de la metafísica, Hume había sido original y tremendamente crítico, un auténtico "niño terrible" para toda la tradición filosófica. Supongo que lo recuerdas porque acabas de leerlo. Y mira por dónde, en el caso de la ética no se queda atrás. También en este campo dará un quiebro importante, rompiendo abruptamente con la tradición filosófica.

Para que veas dónde está la revolución de Hume, tendrás que recordar cuál es la principal característica de las éticas estudiadas hasta el momento. Como no se si eso te ha quedado claro o como tal vez se te haya olvidado, yo me encargo de aclarártelo y de recordártelo, esa característica es la racionalidad. El modelo más exagerado de estas éticas puede ser el intectualismo ético. Recuerda que Sócrates nos venía a decir que la razón dominaba por completo el comportamiento humano, que la razón es la guía del comportamiento humano; aún más, defendía que cuando los hombres se comportaban de una forma inmoral eso no se debía a que los hombres fueran malos, sino a que eran ignorantes. Platón adoptaba una perspectiva similar al hablar del dominio que debía ejercer el alma inteligible sobre el resto de las almas. Y en el caso de Aristóteles también estaba muy claro cuando decía que la virtud, el término medio, debía ser definida por la razón. En general, hay un dominio de la racionalidad sobre cualquier otra instancia de los seres humanos Esto quiere decir que son los juicios morales emitidos por la razón los que determinan el comportamiento de los seres humanos.

Hume dirá que todo esto es un espejismo. ¿Por qué? Porque los juicios morales no tienen nada que ver con la razón, con el entendimiento. ¿Podemos comprobarlo de alguna manera? Vamos a verlo de una manera sencilla porque quiero que nos entendamos. Lo que hacen los juicios morales no es más que recomendar unas acciones, a las que se denominan virtudes, y desaconsejar otras acciones a las que llamamos vicios. Así, por ejemplo, decimos que "Ser generoso es bueno" (porque es una "virtud"), o "Asesinar es malo" (porque es un "vicio"). ¿Expresamos mediante estos juicios morales un "conocimiento racional"? Vamos a verlo: El conocimiento trata o bien relaciones de ideas, o bien cuestiones de hechos. En las relaciones de ideas, como es el caso de las matemáticas, no parece que encontremos juicios morales. Y si nos referimos a cuestiones de hechos, a las cosas que pasan, parece que está claro que en el análisis de esos hechos no encontramos huellas de lo que llamamos virtud o vicio. ¿Acaso se puede hablar de una "integral virtuosa" o de una "suma viciosilla"? ¿Es virtuosa la estricnina y viciosa la penicilina? Parece ser que no. Por tanto, el conocimiento no tiene nada que ver con los juicios morales, y por eso mismo, ni el conocimiento ni la razón tienen nada que ver con el comportamiento humano. Hay un texto de Hume que resulta muy revelador:

Toma una acción cualquiera considerada como viciosa. Un asesinato voluntario, por ejemplo. Examínalo desde todos los puntos de vista y mira a ver si puedes encontrar un hecho una existencia real que corresponda a lo que denominas vicio. En cualquier modo que lo tornes encontrarás solamente ciertas pasiones, motivos, voliciones y pensamientos: no hay ningún hecho más en este caso. Mientras dirijas tu atención al objeto, el vicio no aparecerá por ninguna parte. No lo encontrarás nunca hasta que dirijas tu reflexión hacia tu propio corazón y encuentres un sentimiento de reprobación, que brota en ti mismo, respecto de tal acción. He aquí un hecho, pero un hecho que es objeto del sentimiento, no de la razón. Está en ti mismo, no en el objeto.

D.Hume, Tratado de la Naturaleza Humana, III, 1,1.

Es decir, al analizar una acción cualquiera no encontramos un conocimiento racional que nos describa que lo que se ha hecho es una virtud o un vicio. Este mismo razonamiento te lo podría decir de la siguiente manera: Un juicio moral es una afirmación como "Esto es bueno" o "Esto es malo" ¿Qué queremos decir con esto? ¿Acaso que hay algo, "lo bueno", a lo que se parece el hecho que estamos juzgando? ¿Es un juicio parecido a "Esto es un gato" o "Esto es un perro"? Ciertamente no. Aunque exteriormente, sintácticamente, los juicios son iguales, no queremos decir exactamente lo mismo. Cuando yo digo que "Es bueno ser generoso" no estoy diciendo que "lo generoso" se parezca a "lo bueno"; lo que estoy haciendo es recomendarte que seas generoso; te estoy comunicando que yo apruebo la generosidad, que quiero ser generoso, y que me gustaría que tú también lo fueras. ¿Podría yo demostrarte racionalmente, recurriendo a los hechos, que es preferible ser generoso a ser tacaño? Sólo podría intentarlo mediante un razonamiento raro y abstruso, pero los resultados no serían demasiado positivos. Hume dice lo siguiente:

A todo razonamiento abstruso le acompaña un inconveniente: puede, en efecto, hacer callar al adversario, pero no convencerle; y además, para que lleguemos a ser conscientes de su fuerza probatoria, necesita el mismo estudio intenso que el que al principio hizo falta para su invención. Cuando dejamos nuestro cuarto de trabajo y nos ocupamos en los quehaceres normales de la vida, sus conclusiones parecen desvanecerse como fantasmas nocturnos ante la aparición de la mañana: nos resulta difícil retener incluso esa convicción que con tanta dificultad habíamos alcanzado.

D.Hume, Tratado de la Naturaleza Humana, Lib.III, Par.I Sec.I.

Y si no es la razón la que dirige nuestro comportamiento, ¿quien lo dirige? La respuesta la tienes en el primer texto: nos dejamos llevar por las emociones y por las pasiones. Es decir, actuamos dejándonos llevar por lo que sentimos ante determinadas acciones: la clave de todo está en sentimientos irracionales. Me sentiré inclinado a realizar aquellas acciones que me emocionen positivamente, y me alejaré de las que me hagan experimentar sentimientos negativos. Por basarse en las emociones, la teoría de Hume se llama emotivismo. El emotivismo es aquella teoría que dice que son las emociones quienes determinan el comportamiento humano. Por tanto, cuando yo quiera modificar el comportamiento de alguien me equivocaré si trato de convencerlo racionalmente. Deberé apelar a sus sentimientos, a sus emociones y así, tal vez pueda tener éxito en mi empeño.

SECCION DE TRABAJO PERSONAL.-

POR LO MENOS DEBES SABER:

- ¿Cuál es el origen del conocimiento, según los empiristas?
- ¿Cuántas clases de experiencia acepta Locke? ¿Cuáles son?
- ¿Cuántas clases de ideas distingue Locke?
- ¿Qué son las percepciones, para Hume? ¿Cuántas clases de percepciones hay? ¿Cómo se definen?
- ¿Qué argumentos da Locke para rechazar las ideas innatas?
- ¿Por qué no hay ideas innatas, según Hume?
- ¿Qué consecuencias se derivan de la idea tradicional de causa?
- ¿Cuáles son las características que tiene la idea de causa, según la filosofía tradicional?
- Si seguimos el análisis de Hume ¿cuáles son las únicas características que encontramos en la idea de causa?
- ¿Por qué se derivan consecuencias escépticas del análisis humeano de causa?
- ¿Cuál es la principal característica de las éticas tradicionales?
- ¿Qué son, según Hume, los juicios morales?
- ¿Qué es lo que dirige nuestro comportamiento, según el emotivismo?
- ¿Qué dicen los emotivistas sobre la modificación del comportamiento?

VOCABULARIO


- Experimentar
- Empirismo
- Ideas (en el sentido empirista)
- Experiencia interna (reflexión)
- Experiencia externa (sensación)
- Ideas simples
- Ideas complejas
- Percepción (en sentido de Hume)

- Impresión
- Idea (en sentido de Hume)
- Innatismo
- Conexión necesaria
- Explicar
- Predecir
- Emotivismo
- Emoción"

Guión para el Contexto de Descartes.

Contexto histórico-filosófico y cultural del “Discurso del Método” de R. Descartes.

* Contexto general: el Renacimiento:
- HUMANISMO.- Antropocentrismo. (“Espíritu humano segregado de Dios”)
- DESARROLLO CIENTÍFICO.-
Física (“La nueva física”) y Astronomía (Heliocentrismo).
Nueva metodología científica: Bacon y la crítica al silogismo.
- AUTONOMÍA DE LA RAZÓN.

* Contexto histórico: Absolutismo, Estados nacionales, Guerra de los Treinta Años, Racionalización de la vida social y económica. Incipiente capitalismo. Comercio.

* Descartes.
- Aspectos biográficos. (Tened en cuenta el carácter biográfico del “Discurso del Método” y subrayad los aspectos más significativos: educación en la Fleche, decepción de la cultura libresca de la escolástica, fascinación por el modelo de la matemática, etc...).
- Algunas obras importantes. Temática de las mismas.

* Antecedentes o influencias del Racionalismo cartesiano.
- La escolástica. Crítica al Silogismo
- La crítica escéptica.
- El estoicismo.
- El agustinismo.
- El método matemático y geométrico.
- El espíritu de la nueva ciencia.

* Contexto filosófico: Características generales del RACIONALISMO
- La Razón única fuente válida de conocimiento
- Construcción deductiva del conocimiento
- Existencia de ideas innatas
- Aspiración a una ciencia universal y necesaria
- Intuición intelectual y deducción como métodos del pensamiento.
- Creencia en la racionalidad del mundo

* Estructura y temática de “El discurso del Método”. (Para la realización de este apartado podéis leer la introducción que el propio Descartes hace a su libro donde expones sus intenciones y las diversas partes que componen el libro)

1. CONTEXTO Y CONTENIDO DOCTRINALES

1.1. LA OBRA

El texto que vamos a comentar contiene dos partes (la segunda y la cuarta) de las seis que componen el Discurso del método. Descartes explica así el contenido de su obra y de cada una de sus partes.

"Si este discurso pareciera demasiado extenso para ser leído de una sola vez, podría dividirse en seis partes: en la primera se encontrarán diversas consideraciones relacionadas con las ciencias. En la segunda, las reglas más características del método que el autor ha indagado. En la tercera, algunas reglas de moral que ha obtenido de este método. En la cuarta parte, las razones que permiten establecer la existencia de Dios y del alma humana, que constituyen los fundamentos de su metafísica. En la quinta, se detalla el orden seguido en sus investigaciones de física y, en particular, la explicación del movimiento del corazón y algunas otras dificultades relacionadas con la medicina, así como también la diferencia existente entre el hombre y los animales en relación con el alma. En la última parte, expone lo que estima es necesario para avanzar en la investigación de la naturaleza más allá de donde él ha llegado, así como las razones que le han impulsado a redactar este discurso".

Ha de tenerse en cuenta que el contenido de las dos partes seleccionadas ha sido desarrollado por Descartes en otras obras, las Meditaciones, los Principios, por lo general de un modo mas riguroso y detallado. Téngase en cuenta también que desde el punto de vista formal, el Discurso del Método presenta dos características importantes: 1) está escrito en francés y no en latín, lengua científica y culta del momento. Descartes ofrece la siguiente explicación: "Y si escribo en francés y no en latín..., es porque espero que aquellos que solamente se sirven de su razón natural, carente de todo prejuicio, juzgarán más correctamente mis opiniones que aquellos que no aceptan sino el pensamiento antiguo" (Discurso, parte sexta)-, 2) está escrito en forma autobiográfica. Al respecto, él mismo señala: "Así pues, no es mi deseo enseñar en este tratado el método que cada persona debe seguir para dirigir adecuadamente su razón; únicamente intento presentar cómo me he esforzado en dirigir la mía" (Discurso, parte primera).

Estos dos rasgos muestran que Descartes: 1) es consciente de que su filosofía constituye una ruptura con toda la filosofía anterior (de ahí su apelación a la "razón natural" frente a los prejuicios de los eruditos mantenedores de la tradición) y 2) adopta cautelas ante el rechazo institucional que pueda sufrir (de ahí su insistencia en que no pretende conseguir adeptos para su filosofía, sino solamente exponer su trayectoria personal).

1.2. EL TEXTO

1. Segunda parte

1. Descartes comienza explicado y justificando con cierta amplitud su proyecto intelectual que no es otro que "suprimir" todas sus creencias a fin de construir enteramente de nuevo el edificio de las mismas: a) Tal tarea se justifica en el hecho de que las creencias adquiridas desde la infancia por distintos caminos y fuentes carecen de coherencia y sistematicidad. Descartes las compara con edificios, ciudades, etc., que no han sido construidos por una única mente y conforme a un único plan. b) Es de señalar, una vez más, la cautela con que Descartes insiste en que esta tarea no es recomendable para todo el mundo
2. A continuación, Descartes se plantea la cuestión del método más adecuado para llevar a cabo tal tarea:
a) Ha de ser un método más simple que la lógica tradicional, más puro intelectualmente (sin mezclar imágenes y sensaciones) que el análisis de los geómetras y más claro que el álgebra de los modernos.
b) Seguidamente expone las cuatro célebres reglas del método.
c)Finalmente añade algunas consideraciones sobre el modo en que él mismo lo ha aplicado. Repárese en que Descartes piensa que el método: 1 es único y aplicable universalmente ("todas las cosas que pueden ser objeto de conocimiento se entrelazan de igual forma"); 2) esencialmente consiste en seguir el orden "el método nos enseña a seguir el orden"), orden real y orden de la razón, y 3) permite alcanzar la totalidad del conocimiento posible en cada caso "no habiendo más que un conocimiento verdadero de cada cosa, aquel que lo posee conoce cuanto se puede saber"
Descartes concluye señalando la necesidad de aplicar el método a la filosofía, de cuyos principios depende todo el edificio de nuestros conocimientos.


2. Cuarta parte
La misma línea de pensamiento y sustancialmente el mismo contenido fue expuesto por Descartes también en las Meditaciones y que su pensamiento se presenta más elaborado en esta última obra, tanto en relación con la "duda" (en el Discurso no aparece la hipótesis del "genio maligno") como en relación con las "ideas", cuyo análisis y clasificación no aparece tampoco en el Discurso. El orden seguido por Renato a lo largo de esta obra es el siguiente:
1. Introducción de la duda metódica: decisión de rechazar "como absolutamente fa1so todo aquello en que pudiera imaginar la menor duda" y los motivos de ésta.
2. El "pienso luego soy": a) como primer principio de la filosofía que yo indagaba"; b) como paradigma de verdad ("podía admitir como regla general que las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas") , y c) como fuente de nuestro conocimiento de la sustancia del alma y de su distinción del cuerpo.
3. Conciencia de la propia imperfección e idea de lo perfecto ("1a idea de un ser más perfecto que el mío", "más perfecta de lo que era la mía y también que tuviese en sí todas las perfecciones") como fundamento para demostrar la existencia de Dios y para el conocimiento de su naturaleza.
Respecto de la existencia de Dios, Descartes propone sus dos conocidos argumentos: el basado en la causalidad (Dios, causa de la "idea" de un ser más perfecto que yo") y el ontológico (puesto que existir es perfección, "Dios, el ser perfecto, es o existe")-
4. Dios como garantía última de la verdad de nuestros conocimientos claros y distintos. Garantizada la verdad de éstos Descartes concluye señalando que hemos de atender solamente a la evidencia de la razón.

Descartes en "El mundo de Sofía"

Éste es el capítulo que se le dedica a Descartes en "El mundo de Sofía". También hay uno dedicado a una introducción general al Renacimiento y algunos más dedicados a Spinoza y otros racionalistas. En este enlacepodeis leerlos, aunque claro, lo ideal sería que leyerais el libro

Descartes
... Descartes quería retirar todo el viejo material de construcción...
Alberto se levantó para quitarse la capa roja, que puso sobre una silla, y se volvió a
acomodar en el sofá.
—René Descartes nació en 1596 y vivió una vida errante por Europa. Desde muy
joven había nutrido una fuerte esperanza de conseguir conocimientos seguros sobre la
naturaleza de los hombres y del universo. Pero después de haber estudiado filosofía se
convenció cada vez más de su propia ignorancia.
—¿Más o menos como Sócrates?
—Mas o menos como él, sí. Como Sócrates, estaba convencido de que sólo nuestra
razón puede proporcionarnos conocimientos seguros. No podemos fiarnos de lo que
dicen los viejos libros. Ni siquiera podemos fiarnos de lo que nos dicen nuestros
sentidos.
—Así pensó Platón, también él opinó que sólo la razón nos puede proporcionar
conocimientos seguros.
—Exacto. Hay una línea que va desde Sócrates y Platón y que pasa por San Agustín
antes de llegar a Descartes. Todos estos filósofos fueron racionalistas. Opinaban que la
razón es la única fuente segura de conocimiento. Tras extensos estudios, Descartes llegó
a la conclusión de que los conocimientos que se habían heredado de la Edad Media no
eran necesariamente de fiar. En este punto quizás podríamos compararlo con Sócrates,
que no se fiaba de las opiniones corrientes con las que solía encontrarse en la plaza de
Atenas. ¿Y entonces qué hace uno, Sofía, me lo puedes decir?
—Entonces uno empieza a filosofar por cuenta propia.
—Justamente. Descartes decidió empezar a viajar por Europa, de la misma manera que
Sócrates empleó su vida en conversar con las gentes de Atenas. Descartes nos cuenta
que a partir de entonces sólo buscará aquella ciencia que pueda encontrar en él mismo o
en el gran libro del mundo. Se adhirió por tanto al servicio de la guerra, que le llevó a
varios lugares de Centroeuropa. Más adelante vivió unos años en París, pero en 1629 se
fue a Holanda, donde vivió casi 20 años trabajando en sus tratados filosóficos. En 1649
fue invitado a Suecia por la reina Cristina. Pero la estancia en ese lugar que él denominó
la tierra de los osos, del hielo y las rocas, le provocó una pulmonía, y Descartes murió en
el invierno de 1650.
—Con sólo 54 años.
—Pero llegaría a tener una gran importancia para la filosofía, incluso después de su
muerte. No es ninguna exageración decir que fue Descartes quien fundó la filosofía de los
tiempos modernos. Tras el entusiasta redescubrimiento del renacimiento del ser humano
y de la naturaleza, surgió de nuevo una necesidad de recoger las ideas de la época en un
sistema filosófico consistente. El primer gran sistematizador fue Descartes. Luego le
siguieron Spinoza y Leibniz, Locke y Berkeley, Hume y Kant...
—¿Qué quieres decir con un «sistema filosófico»?
—Con eso quiero decir una filosofía construida desde los cimientos y que procura
encontrar una especie de esclarecimiento de todas las cuestiones filosóficas importantes.
La Antigüedad había tenido grandes sistematizadores como Platón y Aristóteles. La Edad
Media tuvo a Santo Tomás de Aquino, que quiso construir un puente entre la filosofía
de Aristóteles y la teología cristiana. Luego llegó el Renacimiento, con un embrollo de
viejos y nuevos pensamientos sobre la naturaleza y la ciencia, sobre Dios y el hombre.
Hasta el siglo XVII no hubo por parte de la filosofía un intento de recoger las nuevas
ideas en un sistema filosófico esclarecido. El primero en intentarlo fue Descartes. Él puso
la primera piedra de lo que sería el proyecto mas importante de la filosofía de las
generaciones siguientes. Ante todo le interesaba averiguar lo que podemos saber, es
decir, aclarar la cuestión de la certeza de nuestro conocimiento. La otra gran cuestión que
le preocupó fue la relación entre el alma y el cuerpo. Estos dos planteamientos
caracterizarían el debate filosófico durante los siguientes ciento cincuenta años.
—Entonces fue un hombre avanzado para su época.
—Sí, pero también eran cuestiones que se planteaban en esa época. En lo que se
refiere al problema de conseguir conocimientos indudables, muchos expresaron un
escepticismo filosófico total, opinando que los hombres tendrían que resignarse a no
saber nada. Pero Descartes no se resignó a eso. Si se hubiera resignado, no habría sido
un verdadero filósofo. De nuevo podemos establecer un paralelismo con Sócrates, que
tampoco se resignó al escepticismo de los sofistas. Precisamente en la época de Descartes
la nueva ciencia había desarrollado un método que proporcionaría una descripción
totalmente segura y exacta de los procesos de la naturaleza. Descartes tuvo que
preguntarse si no habría también un método seguro exacto para la reflexión filosófica.
—Entiendo.
—Pero eso sólo fue una cosa. La nueva física había planteado la cuestión sobre la
naturaleza de la materia, es decir, sobre qué es lo que decide los procesos físicos de la
naturaleza. Cada vez más se defendía una interpretación mecánica de la naturaleza. Pero
cuanto más mecánicamente se conceptuaba el mundo físico, tanto más imperiosa se volvía
la cuestión sobre la relación entre el alma y el cuerpo. Antes del siglo XVII era habitual
considerar el alma como una especie de "respiración vital", que fluye por todos los seres
vivos. El significado original de las palabras "alma" y "espíritu" es, de hecho, "aliento
vital" o "respiración" en casi todos los idiomas europeos. Para Aristóteles el alma era algo
presente en todo el organismo como «principio de la vida» de ese organismo, es decir,
algo que no se podía imaginar desprendido del cuerpo. Por tanto, Aristóteles también
hablaba de "alma de planta" y "alma de animal". Hasta el siglo XVII no se introdujo una
separación radical entre "alma" y "cuerpo". Todos los objetos físicos, también los
cuerpos de los animales y los cuerpos humanos, fueron explicados como un proceso
mecánico. Pero el alma del hombre no podía formar parte de esa "maquinaria corporal".
¿Donde estaría entonces el alma? Una cuestión importante que quedaba por explicar era
cómo algo "espiritual" podía poner en marcha un proceso mecánico.
—En realidad es algo bastante curioso.
—¿Qué quieres decir?
— Decido levantar un brazo y entonces levanto el brazo. O decido ir corriendo a coger
el autobús, e instantáneamente mis piernas comienzan a correr. Otras veces puedo pensar
en algo triste. De repente, mis lágrimas empiezan a brotar. Entonces tiene que haber una
misteriosa relación entre el cuerpo y la conciencia.
—Precisamente este problema puso en marcha los pensamientos de Descartes. Igual
que Platón, estaba convencido de que había una clarísima separación entre "espíritu" y
"materia". Pero Platón no pudo responder a la pregunta de cómo el cuerpo afecta al alma,
o cómo el alma afecta al cuerpo.
—Yo tampoco puedo, así que me gustaría saber a qué conclusión llegó Descartes.
—Sigamos su propio razonamiento.
Alberto señaló el libro que estaba sobre la mesa que había entre ellos.
—En este pequeño libro, Discurso del Método, Descartes plantea la cuestión de que
método debe emplear el filósofo cuando se dispone a solucionar un problema filosófico,
pues las ciencias naturales ya tenían su nuevo método.
—Eso ya lo has dicho.
—Descartes constata primero que no podemos considerar nada como verdad si no
reconocemos claramente que lo es. Para conseguir esto puede que sea necesario dividir
un problema complejo en cuantas partes parciales sea posible. Entonces se puede
empezar por las ideas más sencillas. Podría decirse que cada idea tendrá que "medirse y
pesarse", más o menos como Galileo decía que todo tenía que medirse y que lo que no se
podía medir tendría que hacerse medible. Descartes pensaba que la filosofía podía ir de
lo simple a lo complejo. Así sería posible construir nuevos conocimientos. Al final había
que hacer constantes recuentos y controles para poder asegurarse de que no se había
omitido nada. Entonces, y no antes, puede ser alcanzable una conclusión filosófica.
—Casi suena a problema aritmético.
—Sí, Descartes quiso emplear el método matemático también en la reflexión filosófica.
Quiso probar verdades filosóficas más o menos de la misma manera en la que se prueba
un teorema matemático. También quiso emplear la misma herramienta que empleamos
cuando trabajamos con números, es decir la razón. Pues solamente la razón nos
proporciona conocimientos seguros. No resulta tan evidente que los sentidos sean de
fiar. Ya hemos subrayado su parentesco con Platón, quien también señaló que las
matemáticas y los números nos podían proporcionar un conocimiento más certero que los
testimonios de los sentidos.
—¿Pero es posible solucionar los problemas filosóficos de ese modo?
—Volvamos al razonamiento del propio Descartes, cuya meta era lograr conocimientos
certeros sobre la naturaleza de la vida. Empezó por afirmar que como punto de partida se
debe dudar de todo, porque no quería edificar su sistema filosófico sobre un fondo de
arena.
—Porque si fallan los cimientos podría derrumbarse todo el edificio.
—Gracias por tu ayuda, hija. No es que Descartes pensara que fuera razonable dudar
de absolutamente todo, sino que en principio hay que dudar de todo. En primer lugar, no
es del todo seguro que podamos continuar nuestra búsqueda filosófica leyendo a Platón
o a Aristóteles, porque aunque ampliamos nuestros conocimientos históricos, no
ampliamos nuestro conocimiento del mundo. Para Descartes resultaba imprescindible
librarse de ideas viejas antes de comenzar su propia indagación filosófica.
—¿Quería retirar todo el viejo material de construcción antes de iniciar la nueva casa?
—Sí, con el fin de asegurarse completamente de que la nueva construcción de ideas
fuera a aguantar, quería limitarse a utilizar exclusivamente material nuevo y fresco. No
obstante, la duda de Descartes es más profunda que eso, pues decía que ni siquiera
podemos fiarnos de lo que nos dicen nuestros sentidos. Quizás nos está tomando el pelo.
—¿Cómo?
—También cuando soñamos creemos que estamos viviendo algo real. ¿Hay, en
realidad, algo que distinga nuestras sensaciones en estado de vigilia de las de los
sueños? "Cuando reflexiono detenidamente sobre esto, no encuentro ni un solo criterio
para distinguir la vigilia del sueño", escribe Descartes. Y sigue: “¿Cómo puedes estar
seguro de que tu vida entera no es un sueño?".
—Jeppe en la Montaña creía que simplemente había soñado que había dormido en la
cama del barón.
—Y cuando estaba acostado en la cama del barón, creía que su vida de campesino
pobre sólo había sido un sueño. De este modo, Descartes acaba por dudar absolutamente
de todo. Y en este punto habían acabado sus reflexiones muchos filósofos anteriores a
él.
—Entonces no llegaron muy lejos.
—Descartes, sin embargo, intentó seguir trabajando precisamente a partir de ese
punto cero. Había llegado a la conclusión de que estaba dudando de todo y que eso es
lo único de lo que podía estar seguro. Y ahora se le ocurre algo. De algo sí puede estar
totalmente seguro a pesar de todo: de que duda. Pero, si duda, también tiene que ser
seguro que piensa, y puesto que piensa tiene que ser seguro que es un sujeto que piensa.
O, como él mismo lo expresa: Cogito, ergo sum,
—¿Y eso que significa?
—"Pienso, luego existo".
—No me extraña mucho que llegara a esa conclusión.
—Cierto. Pero debes tomar nota de esa seguridad intuitiva con la que de repente se
concibe a sí mismo como un yo pensante. A lo mejor recuerdas que según Platón lo que
captamos con la razón es más real y existente que aquello que captamos con los sentidos.
Lo mismo pasa con Descartes. No sólo capta que es un yo pensante, sino que al mismo
tiempo entiende que este yo pensante es más real que ese mundo físico que captamos con
los sentidos. Y luego continúa, Sofía. De ninguna manera ha concluido su investigación
filosófica.
—Continúa, tú también.
—Ahora Descartes se pregunta si hay algo más que reconoce con la misma seguridad
intuitiva que lo de la existencia del yo como sujeto pensante. Llega a la conclusión de que
también tiene una idea clara y definida de un "ser perfecto". Es una idea que ha tenido
siempre, y para Descartes es evidente que una idea como ésa no puede proceder de él,
porque: "La idea de un ser perfecto no puede venir de algo que es imperfecto. De modo
que esta idea de un ser perfecto tiene que proceder de ese mismo ser perfecto, o, con
otras palabras, de Dios". En consecuencia, para Descartes resulta tan evidente que hay
un Dios como que el que piensa es un ser pensante.
—Ahora me parece que empieza a sacar conclusiones demasiado rápidamente. Al
principio tenía mucho cuidado.
—Sí, muchos han señalado esto como el punto mas débil de Descartes. Pero tú dices
"conclusiones". En realidad, no se trata de ninguna prueba. Lo que opina Descartes es
simplemente que todos tenemos una idea de un ser perfecto, y que resulta inherente a
esta idea es que ese ser perfecto exista. Porque un ser perfecto no sería perfecto si no
existiera. Y además, nosotros no tendríamos ninguna idea de un ser perfecto si no hubiera
tal ser perfecto. Nosotros somos imperfectos, entonces no puede venir de nosotros la
idea sobre lo perfecto. La idea de un Dios es, según Descartes, una idea innata, está
impresa en nosotros desde que nacemos, de la «misma manera que el artista imprime su
firma en la obra».
—Pero aunque yo tenga una idea de un «cocofante», eso no quiere decir que el
«cocofante» exista.
—Descartes te habría contestado que tampoco es inherente al concepto "cocofante"
el que exista. En cambio, es inherente al concepto «un ser perfecto» que ese ser exista.
Según Descartes esto es tan seguro como que es inherente a la idea de círculo el que
todos los puntos del círculo se encuentren igual de lejos del centro del mismo. No puedes
hablar de un círculo sin que cumpla ese requisito. De la misma manera tampoco puedes
hablar de un ser perfecto que careciera de la cualidad más importante de todas, es decir,
de la existencia.
—Es ésa una manera bastante especial de pensar.
—Es una manera de pensar marcadamente «racional». Descartes opinaba, como
Sócrates y Platón, que hay una relación entre el pensamiento y la existencia. Cuanto más
evidente resulte algo al pensamiento, tanto más segura es su existencia.
—Hasta ahora ha llegado a la conclusión de que es una persona que piensa y de que
hay, además, un ser perfecto.
—Y con esto como punto de partida prosigue. En cuanto a todas esas ideas que
tenemos de la realidad exterior, por ejemplo del sol y de la luna. podría ser que todo fueran
simplemente imaginaciones o imágenes de sueños. Pero también la realidad exterior tiene
algunas cualidades que podemos reconocer con la razón. Esas cualidades son las
relaciones matemáticas, es decir, todo aquello que puede medirse, como la longitud, la
anchura y la profundidad. Las cualidades cuantitativas y cualidades «cualitativas» Esas
cualidades cuantitativas son tan claras y evidentes para la razón como que yo soy un ser
pensante. Por otra parte, las cualidades «cualitativas» como el color, el olor y el sabor,
están relacionadas con nuestros sentidos y no describen realmente la realidad exterior.
—¿De modo que la naturaleza no es un sueño, a pesar de todo?
—No lo es, no. Y en este punto Descartes vuelve a recurrir a nuestra idea sobre un ser
perfecto. Cuando nuestra razón reconoce algo clara y nítidamente, como es el caso de las
relaciones matemáticas de la realidad exterior, entonces tiene que ser así. Porque un Dios
perfecto no nos engañaría. Descartes invoca la garantía de Dios para que lo que
reconocemos con nuestra razón también corresponda a algo real.
—De acuerdo. Ahora ha llegado a la conclusión de que es un ser pensante, que existe
un Dios y que además existe una realidad exterior.
—Pero la realidad exterior es esencialmente distinta a la realidad del pensamiento.
Descartes ya puede constatar que hay dos formas distintas de realidad, o dos sustancias.
Una sustancia es el pensamiento o alma, la otra es la extensión o «materia». El alma
solamente es consciente, no ocupa lugar en el espacio y por ello tampoco puede dividirse
en partes más pequeñas. La materia, sin embargo, sólo tiene extensión, ocupa lugar en el
espacio y siempre puede dividirse en partes cada vez más pequeñas, pero no es
consciente.
Según Descartes, las dos sustancias provienen de Dios, porque sólo Dios existe
independientemente de todo. Pero aunque tanto el "pensamiento" como la "extensión",
provengan de Dios, las dos sustancias son totalmente independientes la una de la otra.
El pensamiento es totalmente libre en relación con la materia, y viceversa: los procesos
materiales también actúan totalmente independientes del pensamiento.
—Y con esto la Creación de Dios se dividió en dos.
—Exactamente. Decimos que Descartes es un dualista, es decir que realiza una clara
bipartición entre la realidad espiritual y la realidad extensa. Sólo el ser humano tiene alma.
Los animales pertenecen plenamente a la realidad extensa. Su vida y sus movimientos se
realizan mecánicamente. Descartes consideró a los animales como una especie de
autómatas complejos.
En cuanto a la realidad extensa tiene, pues, un concepto totalmente mecanicista de la
realidad, exactamente como los materialistas.
—Dudo mucho de que Hermes sea una máquina o un autómata. Descartes
seguramente no llegaría nunca a sentir cariño por ningún animal. ¿Y nosotros mismos?
¿También somos autómatas?
—Si y no. Descartes llegaría a pensar que el hombre es un «ser dual», que piensa pero
que también ocupa espacio; lo que significa que el hombre tiene un alma y al mismo
tiempo un cuerpo extenso. Aristóteles y San Agustín ya habían dicho algo parecido. Ellos
opinaban que el hombre tiene un cuerpo exactamente como los animales, pero también un
alma como los ángeles. Según Descartes, el cuerpo humano es una pieza de mecánica.
Pero el hombre también tiene un alma que puede actuar completamente libre en relación
con el cuerpo. Los procesos corporales no tienen tal libertad, sino que siguen sus propias
leyes. Pero lo que pensamos con la razón no ocurre en el cuerpo, sino en el alma, que está
totalmente libre en relación con la realidad extensa. A lo mejor debo añadir que Descartes
no excluía la posibilidad de que también los animales pudieran pensar. Pero si poseen esa
capacidad entonces la misma bipartición entre "pensamiento", y "extensión", también
tiene que ser válida para ellos.
—De eso ya hemos hablado. Si decide ir corriendo a coger el autobús, entonces se
pone en marcha el autómata. Y si a pesar de ello pierdo el autobús, las lágrimas empiezan
a brotar.
—Ni siquiera Descartes podía negar que ocurre constantemente una alternancia de ese
tipo entre el alma y el cuerpo. Opinaba que mientras el alma se encuentra en el cuerpo,
está relacionada con éste mediante un órgano cerebral especial que él llama la glándula
pineal, en la que se está realizando una continua alternancia entre «espíritu» y "materia".
De esta forma, el alma se deja confundir constantemente por sentimientos y afectos
relacionados con las necesidades del cuerpo. No obstante, el alma puede independizarse
de esos impulsos "bajos", y actuar libremente en relación al cuerpo. La meta es que la
razón se encargue del control. Porque aunque la tripa me duela un montón, la suma de los
ángulos de un triángulo sigue siendo 180º. De ese modo el pensamiento tiene la capacidad
de elevarse por encima de las necesidades del cuerpo y actuar " razonablemente". En ese
sentido el alma es totalmente superior al cuerpo. Nuestras piernas podrán hacerse viejas
y pesadas, los dientes se nos podrán caer, pero 2 + 2 seguirán siendo 4 mientras nosotros
sigamos conservando la razón. Pues la razón no se vuelve vieja y pesada. Es nuestro
cuerpo el que envejece. Para Descartes es la propia razón la que es el "alma". Afectos y
sentimientos más bajos tales como el deseo y el odio están estrechamente relacionados
con las funciones del cuerpo, y por ello con la realidad extensa.
—No acabo de comprender del todo la comparación que hace Descartes del cuerpo
con una máquina o un autómata.
—Esta comparación se debe a que la gente de la época de Descartes estaba fascinada
por las máquinas y mecanismos de reloj que aparentemente eran capaces de funcionar por
su cuenta. La palabra «autómata» significa precisamente algo que se mueve por sí mismo.
Evidentemente era una mera ilusión eso de que se movieran por su cuenta. Un reloj
astronómico, por ejemplo, está construido por el hombre, y es el hombre el que tiene que
darle cuerda. Descartes subraya que esos aparatos artificiales están compuestos de un
modo muy simple, con unas cuantas piezas, si se los compara con ese montón de huesos,
músculos, nervios, arterias y venas de que están compuestos los cuerpos de los animales
y de los humanos. ¿Por que no iba a hacer Dios un cuerpo de animal o de hombre basado
en las leyes de la mecánica?
—Hoy en día mucha gente habla de la «inteligencia artificial».
—Entonces te refieres a los autómatas de nuestros tiempos. Hemos creado máquinas
que a veces nos hacen pensar erróneamente que son realmente inteligentes. Esas
máquinas habrían aterrorizado a Descartes. Quizás hubiera empezado a dudar de que la
razón del hombre fuera tan libre e independiente como él pensaba. Porque hay filósofos
que opinan que la vida espiritual del hombre no es más libre de lo que lo son los procesos
fisiológicos. Es evidente que el alma de un ser humano es infinitamente mas compleja que
un programa de ordenador, pero algunos opinan que en principio somos tan poco libres
como lo son esos programas. Pero mira, Sofía, voy a enseñarte algo.
Alberto señaló un gran escritorio en el otro extremo de la habitación. Allí había un
pequeño ordenador. Se levantó y cruzó la habitación, seguido por Sofía.
Alberto conectó la máquina y en seguida apareció en la parte superior de la pantalla
una C:. Escribió Laila y dijo:
—Éste es un avanzado programa de conversación.
Pronto apareció en la pantalla un texto:
"Hola, me llamo Laila. ¿Estás cómoda?"
Sofía tecleó dos letras:
"Sí", escribió. Alberto le puso una silla para que se sentara.
¿"Cómo te llamas"?, preguntó la pantalla.
«Sofía Amundsen», escribió Sofía, y la máquina contestó.
"Camino del Trébol, 3. Me alegro de conocerte, Sofía. Estás deseando que llegue tu
cumpleaños, ¿verdad?"
Sofía se sobresaltó.
—Sólo le he dado tu nombre y tus señas además de tu fecha de nacimiento. Es como
cuando te presentan a algún desconocido. De antemano, se suele contar con algunos
datos informativos.
«No está mal», escribió Sofía.
"¿No estarás mal, Sofía? Intenta escribir frases enteras"·
«Gracias, estoy perfectamente. ¿Puedo hacerte una pregunta?»
«Me alegro de que estés perfectamente. Pregúntame, si quieres.»
«¿Qué edad tienes?», escribió, Sofía.
"Fui construido en Atlanta el 8 de agosto de 1988, pero fui traducido al noruego en
la Escuela Superior de Tecnología de Noruega el 28 de marzo de 1990"·
«¡Caray!»
"Te dije que tenías que escribir frases enteras. "
"Sólo dije caray".
«No entiendo argot. Conozco mas de 100.000 palabras. Pero lo más cercano a caray
que conozco es "caridad". ¿Eres creyente, Sofía?»
«No lo sé.»
"El no saber suele ser una fase en el camino hacia nuevos conocimientos".
"Sócrates habría dicho lo mismo. O quizás también Descartes"·
"Sócrates fue un filósofo griego que vivió del 470 al 399 a. de C. Si quieres saber más,
pulsa la tecla F7. Descartes fue un filósofo francés que vivió de 1596 a 1650. Si quieres
saber más, pulsa la tecla F8". "
"Gracias. Es suficiente. ¿Puedo preguntar otra cosa?"
"Me alegro de que fuera suficiente. Pregunta otra cosa."
Alberto se moría de risa. Sofía escribió:
"¿Quién es Hilde Møller Knag?"
"Hilde Møller Knag vive en Lillesand y tiene la misma edad que Sofía Amundsen".
«¿Cómo lo sabes?»
«No sé cómo, pero lo encontré aquí en algún sitio del disco duro.»
Sofía sintió una mano sobre el hombro.
—Le he dado los pocos datos que tenemos sobre Hilde.
"¿Sabes algo más de Hilde?", escribió Sofía.
"El padre de Hilde es observador de las Naciones Unidas en el Líbano. Tiene el rango
de mayor y envía constantemente postales a su hija."
"Quiero que lo busques".
«No puedo. No está en mis archivos, y no estoy conectado a ninguna otra base de
datos.»
«¡¡¡ Dije que lo buscaras!!!»
"¿Estás enfadada, Sofía?" Tantas exclamaciones son un claro indicio de sentimientos
agitados".
"Quiero hablar con el padre de Hilde".
«Tienes problemas para controlar tu voluntad. Si quieres hablar de tu infancia puedes
pulsar la tecla F9."
Alberto volvió a poner su mano sobre el hombro de Sofía.
—Tiene razón. Esto no es ninguna bola de cristal, hija mía. "Laila" no es más que un
programa de ordenador.
«¡Cállate!», escribió Sofía.
“Como quieras, Sofía. Nuestra amistad sólo ha durado 13 minutos y 52 segundos. Me
acordaré de todo lo que hemos dicho. Ahora interrumpo el programa.“
Volvió a aparecer el signo C: en la pantalla.
—Volvamos a sentarnos —dijo Alberto.
Pero Sofía ya había tecleado nuevas letras.
"Knag", había escrito.
A continuación apareció en la pantalla el siguiente mensaje: "Aquí estoy". Ahora fue
Alberto quien se sobresaltó.
"¿Quién eres?" escribió Sofía.
"El mayor Albert Knag a su servicio. Estoy conectando directamente desde el Líbano.
¿Qué desean los señores?"
—¿Pero qué es esto? —suspiró Alberto—. El muy fresco ha logrado meterse en el
disco duro.
Empujó a Sofía para que se quitara de la silla y se sentó delante del teclado.
"¿Cómo demonios conseguiste meterte en mi ordenador?" escribió.
"Una menudencia, querido colega. Soy muy preciso al elegir dónde quiero aparecer".
"¡Asqueroso virus informático!"
"Bueno, bueno. Por el momento actúo como virus de cumpleaños. ¿Me permiten
enviar un saludo especial?.
"Gracias, empezamos a tener de sobra".
“Me daré mucha prisa. Todo esto es en tu honor, querida Hilde. De nuevo te felicito
con todo mi corazón en el día de tu cumpleaños. Tendrás que perdonar las circunstancias,
pero quiero que mis felicitaciones crezcan por todas partes a tu alrededor. Recuerdos de
papá, que está añorando poder abrazarte.”
Antes de que Alberto tuviera tiempo de escribir algo más, volvió a aparecer el signo
C: en la pantalla. Alberto tecleó «dir knag *.* y el siguiente mensaje apareció en la
pantalla.
knag. lib 147. 643 15/06/90 12. 47
knag. lil 326. 439 23/O6/90 22. 34
Alberto escribió: «erase knag *.* y apagó el ordenador.
—Bueno, ya lo he quitado —dijo—. Pero es imposible saber dónde puede volver a
aparecer.
Se quedó, sentado mirando fijamente la pantalla del ordenador. Añadió:
—Lo peor de todo era el nombre: Albert Knag...
Hasta ahora Sofía no se había fijado en la similitud de los nombres: Albert Knag y
Alberto Knox. Pero Alberto estaba tan excitado que no se atrevió a decir nada. Volvieron
a sentarse junto a la mesa."